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Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
12 marzo 2015

(Estudio comparativo del texto copto de Nag Hammadi con El Mensaje Reencontrado)

Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.

1. Y dijo: «Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte».

Demasiada gente pretende enseñarnos el sentido oculto de las Escrituras, cuando a la vista está que no gozan de las bendiciones que proporciona tal conocimiento, ya que las obras de vida deben confirmar las palabras santas y Sabias, a ejemplo de la creación que manifiesta la virtud del verbo divino.
«Si somos ignorantes estudiemos la naturaleza y si nos creemos instruidos volvámonos sencillos en Dios».
VI: 62

2. Dijo Jesús: «El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo».

¡Oh, terrorífico misterio del salvamento o de la perdición del hombre extraviado en la mugre de la muerte!
Nos fundimos de terror, nuestros dientes castañean y nuestro pelo se eriza a pesar de nuestra loca esperanza.
XXXVI: 30-30'

3. Dijo Jesús: «Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma».

El mundo caído es, en realidad, el inmundo bajo el cual está oculto el verdadero mundo que debemos reencontrar y magnificar en Dios.
Predicamos el cielo terrestre y la tierra celeste, y no el cielo desencarnado ni la tierra exiliada, como hacen los extremistas que separan pero que no saben unir.
Deseamos el reino unido, el reino completo, el reino de Dios.
XXXVII: 63-63"

4. Dijo Jesús: «No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo».

¿Los primeros no vienen ahora en último lugar? ¿Y los últimos no están en primer lugar? ¿Abriremos los ojos y comprenderemos la lección del Altísimo? ¿Veremos la luz brillar y enderezarse?
XXIX: 22'

5. Dijo Jesús: «Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto».

El inaccesible se mueve ante nuestros ojos y descansa en nuestras manos.
¿Quién lo hará visible? Y ¿quién le dará el peso de la encarnación divina?
X: 11'

6. Le preguntaron sus discípulos diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar  respecto a la comida?» Jesús dijo: «No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado».

La malicia de los malvados les permite engañar y robar a los hombres durante algún tiempo, pero jamás les permitirá engañar y robar a Dios, ni tan sólo un segundo. Esto está totalmente asegurado.
XXXVII: 59

7. Jesús dijo: «Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre».

En vano intentaremos creer, ver e incluso tocar; si no poseemos la Madre eterna y el Padre divino jamás alcanzaremos al Hijo santo.
La virtud del león domado prevalece sobre la dulzura natural del cordero y, ambos reunidos, engendran la perfección del Señor último.
XIII: 18-18'

8. Y dijo: «El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande».

El mundo es plural pero el hombre es singular.
El gran conocimiento mora en el fondo de nosotros.
III: 28-28'

9. Dijo Jesús: «He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas —éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida».

Basta con que el labrador labre, pues Dios es quien siembra, riega, hace germinar, florecer, fructificar y quien multiplica la simiente.
XV: 49'

10. Dijo Jesús: «He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda».

Las sutilezas intelectuales son nimiedades respecto al conocimiento del mundo total.
Arrojemos nuestra ciencia al fuego y nos producirá por fin algo bueno, como la simplicidad de las cenizas.
XI: 3-3'

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Fuente del texto (excepto notas comparativas): Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC


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