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Las fábulas egipcias y griegas (1 de 8)

DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
17 julio 2020

V



Michael Maier, Atalanta Fugiens
"Pero, volviendo a nuestro tema, muchas cosas pueden encontrarse en los libros, referentes a las tres obras distintas, es decir, la animal, la vegetal y la mineral; la gran y la pequeña obra; la obra de Saturno; la vía húmeda y la vía seca. No tengo la intención de disminuir la autoridad de tan grandes personajes, ni de resistirles ni tampoco de combatir tantos oráculos. Me pregunto, no obstante, si por tantos nombres no quisieron designar una misma cosa y si no se trata de distintas etapas en la operación, si todos ellos con tantos nombres no tendrían el mismo objetivo. No me cuesta nada creer que varios de entre ellos, tras haber obtenido el verdadero Mercurio, buscaran varias vías distintas para abreviar, puesto que la paciencia de los modernos no llega a conducir esta excelente y larga obra hasta el último grado de perfección permitido al arte y a la Naturaleza.

Sin embargo, nunca he podido llegar a convencerme de que ningún Filósofo haya podido llevar su obra a un final deseado con cualquier otro Mercurio que no sea la materia de la que ya he hablado, y con mi método, el único en el que la Naturaleza ha escondido las llaves de su tesoro; en el que además no hay nada superfluo, donde el todo se transforma a través de una cocción perseverante, en un glorioso Elixir.

Esa es la vía húmeda y seca, esa es la obra animal, vegetal y mineral al mismo tiempo. Ya que la experiencia cotidiana nos enseña que la Naturaleza puede, según su deseo y la disposición de la materia, producir tanto un animal como una planta, un mineral o un metal. Los regímenes y colores nos muestran, en el transcurso de la obra misma, las verdaderas semillas de todos los planetas."

Hay dos vías de retorno a Dios: ya sea la disolución en la vida universal y libre, ya sea la coagulación en ella.

La primera vía es enseñada por muchos y realizada por algunos. La segunda vía es enseñada por algunos y realizada por muy pocos.

El que las separa es ignorante.
El que las une es Sabio.
XXVI: 13-13”

"De esta gran obra proceden, al igual que los ríos de un manantial, varias cosas particulares que no refiero, aunque son muy cortas, puesto que están muy lejos de la perfección universal y que son además muy difíciles, poco seguras y vanas, de haber el menor error.

Es posible que conozca el camino del Acuario de los Sabios; sin embargo, nunca decidí trabajar en él, porque la obra es infinita y muy desagradable y porque requiere la maniobra precisa de un hombre acostumbrado a soplar carbón. Una vez que, en mi obra, he confiado mi caldo debidamente cerrado a su fuego y a su horno, ya no necesito a otro maestro ni otro guía que la Naturaleza misma."

El fuego de Dios edifica la vida. El de los hombres la consume. No obstante, la suavidad del segundo puede manifestar la virtud del primero.
VIII: 54’

"Esta no está nunca ociosa, siempre trabaja y tiende de grado en grado a una nueva resurrección y a la mayor perfección. Y si ocurre que el artista yerra, la Naturaleza corrige inmediatamente su error. El que exija tanto tiempo, puesto que apenas sería capaz, en el espacio de dos años, de ser conducida a una rotación útil y fructífera, es lo único que se puede lamentar. Además, exige un artista atento y libre de cualquier otra ocupación, por temor de que, por su negligencia o el impedimento de otros asuntos, el fruto de varios meses de trabajo se echara a perder en un instante."

Quien alcanza al Señor de vida aquí abajo es como un holgazán al que todos los trabajadores del mundo no podrían igualar con todos sus trabajos.

¡Qué trabajador el que no se toma un respiro ni de día ni de noche en la búsqueda de la vida imperecedera! ¡Qué holgazán el que reposa en la unidad viviente del Único!
XXV: 1-1’

"Mis distracciones, debidas a asuntos públicos, fueron por ejemplo la causa de que en tres ocasiones distintas haya tenido que empezar de nuevo sin éxito esta obra y que no haya podido acabar lo que he visto en casa de mi maestro, lo que he oído y manipulado con mis propias manos. Si tenéis más paciencia y disponéis de más ocio y sois más atentos, alegraos felizmente, rogad sin tregua hasta el final y estaréis seguros de haber encontrado en la Tierra el soberano bien, después de Dios. Esto es lo que restaura la salud, fortalece la juventud, aumenta los bienes, etcétera, y conserva hasta el último suspiro la tranquilidad deseable del espíritu. Es el Vellocino de Oro de los griegos, la Luz y la Justicia de los hebreos, la estrella resplandeciente de los Magos, que los condujo a la búsqueda del conocimiento del Señor de la Naturaleza y del Verbo increado."

¿No haríamos mejor en buscar al Señor de vida, que es el único que puede salvarnos de la muerte, y abandonar las vanidades del mundo, que nos hacen perder el poco tiempo que se nos concede aquí abajo para resolver el terrible enigma?

La aceptación, la soledad y el ocio nos son útiles por encima de todo para buscar el joyel que nos salvará de la dispersión de la muerte, pues una nos libera de los cuidados del mundo, la otra nos evita sus preocupaciones y el último nos da el tiempo necesario para la santa búsqueda de la vida.
XXXIII: 46-46’

"Concluiré recomendándoos que antes de cualquier cosa procuréis atraeros la gracia del Autor de la Naturaleza y no os acerquéis a estos misterios en contra de su voluntad, ya que los quita y los da a quien quiere: con él lo podemos todo y sin él no podemos nada.

Rogadle con todo vuestro corazón para que os haga conocer cómo los cielos y sus ejércitos cuentan su gloria.

¡Que la felicidad y la gloria sean suyas para siempre!"

Todas las enseñanzas que se nos prodiguen para comportarnos bien en el mundo no impedirán que muramos en él ignorantes e impotentes de la salvación de Dios, si no la buscamos todos los días de nuestra vida.

Sólo hay una meta verdadera para el hombre aquí abajo: salir de la muerte con la ayuda de Dios, como hizo el bello Señor de resurrección. Pero el secreto de Dios le pertenece en propiedad y lo comunica a quien quiere sin que nadie pueda violentarlo.
XXXIV: 60-60’

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* Clavícula = pequeña llave

Fuente del texto (excepto notas comparativas): Revista La Puerta - Simbolismo


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IV



Michael Maier, Atalanta Fugiens



"El secreto del arte que aprendí rápidamente remontando a su primera fuente. Lo demás es fácil y en absoluto desagradable si no fuera por el hedor que sorprende al principio."


Quien retrocede ante el terror y el hedor de la muerte permanece en las tinieblas de la ignorancia.
X: 48


"Los colores son tres, el negro, el blanco como la nieve, y el último se parece al rubí, aunque la mezcla de estos tres produzca más colores."


Habiendo renunciado al barro de afuera, mi Señor me dio una perla; habiendo renunciado a la perla, me ofreció un diamante; habiendo renunciado al diamante, me presentó un rubí; pero como yo no alargaba la mano codiciosamente, se dio él mismo y yo comí a mi Bienamado con prudencia para no morir de su gran perfección.
«¡Oh, sabor único del viviente de eternidad!»
XVIII: 31'

"Que cada cual juzgue, tras todo lo que acaba de ser dicho, si esta obra excelente es tan penosa y tan difícil que deba menospreciarse por completo y desecharse, o ser tratada de locura como una quimera creada por un cerebro trastornado. Más bien creo que es tan fácil y sencilla que, cualquiera de los campesinos que conozco, ignorantes por completo en química, podría realizarla (con tal de que le haya susurrado previamente alguna palabra al oído) del mismo modo que el más excelente Filósofo."

El primer Sabio que reconoció a Dios no tenía libros.
La naturaleza le enseñaba y él ayudaba a la naturaleza.
IV: 31’

"No hay más que una única materia, una simple cocción. La materia, el recipiente, el horno y el fuego no hacen más que una sola y misma cosa. ¿Qué necesidad hay entonces de ir a buscar en países lejanos lo que tenemos suficientemente aquí?"

Hay que decirlo y repetirlo: la revelación más auténtica, la más precisa y la más realizada del misterio de vida y de la salvación de Dios se encuentra en los libros conocidos de los profetas de Dios y en los libros desconocidos de los Sabios de Dios. ¿No es nuestra religión un símbolo vivo del misterio oculto en todos los tiempos? ¿Es que ya no lo vemos? ¿Es que ya no lo oímos?
XXXVII: 48

"¿Qué le importa a aquel que puede hacerse, según su voluntad, con riquezas que sobrepasarían las de las dos Indias juntas, el detentar una gran cantidad de oro y plata? La posesión de estos bienes causa diariamente al que los detenta una multitud de cuidados e inquietudes y además lo expone a diversos peligros. Al final hay que abandonarlo todo y es apenas si aportan alguna ventaja más que el común de los mortales; me refiero a colmar el hambre y apagar la sed. Al final, la pálida muerte llama a ambas puertas, a la de un Palacio y a la de una Cabaña."

Ya que un día tendremos que abandonarlo todo, es prudente ejercitarnos en no poseer nada desde ahora mismo.
VII:26

"Pero a aquél a quien la puerta de la Naturaleza le ha sido abierta, no le falta nada más por conocer que al Autor todopoderoso. Aquel que ve ante sus ojos que todo tiende a su gloria, se dedica con todas sus fuerzas a adquirir este conocimiento; no es en absoluto sorprendente pues, que menospreciando y abandonando todas las cosas de la Tierra, se entregue únicamente al amor y al deseo que lo atrae hacia el Autor y Dueño del Universo."

¿No debemos arder de deseo y de impaciencia en nuestra búsqueda del tesoro divino si queremos tener una oportunidad de descubrirlo aquí abajo?

Pues aquí está nuestra esperanza insensata y nuestro loco deseo, que salvan de la duda, del desespero y de la muerte.
XXXIV: 38-38’

"Aquel que se ha aficionado por la eternidad desea con ardor abandonar esta vida para poseerla y aquel que ha vivido, aunque en libertad y seguridad, en el exilio y como extranjero en países lejanos, no duda en volver a su patria. Esto constituye una respuesta para aquellos que preguntan por qué se da tan escasamente el caso de un Filósofo que tiene éxito en todo y por qué, teniendo conocimientos tan exactos en Medicina, no vive más tiempo que los demás hombres; es que no le queda nada más que sea mortal por desear."

No, este no es un Libro para los saciados del mundo que se han instalado definitivamente en la cloaca de la muerte.

Es un Libro para los hambrientos del cielo que buscan llorando su patria perdida.
XXXV: 41-41'

"El Altísimo puso dos términos a nuestros días: uno accidental y otro natural. Ningún mortal, incluso el Filósofo, podría evitar este último. En cuanto al primero, según nos enseña la Ciencia de los Magos, puede ser prorrogado por la voluntad divina y el alejamiento de los obstáculos. Nuestros primeros Padres y aquellos que vivieron antes del diluvio nos ofrecen ejemplos de ello, al igual que algunos Filósofos. El primer término es corriente y común a todos los mortales de nuestro siglo; esto se ve claramente con el ejemplo de una lámpara o de una vela encendida que arde mientras dura la mecha, es decir hasta el segundo término, a menos que sea apagada por alguna causa accidental, que es lo que constituye el primer término. La vela o lámpara de nuestra vida ardería también hasta que su materia o aceite vital se consumiera, a menos que fuera apagada por la edad o por cualquier accidente violento, a causa de una constitución débil o de la falta de moderación, de los excesos o de la flojedad, de donde provienen numerosas enfermedades, o bien por cualquier otra causa accidental. La Ciencia de los Sabios tiene mucho poder contra este término, a menos que, teniendo cosas mejores ante los ojos, consigan del Creador, por la plegaria, marcharse pronto para permanecer junto a él."

Aplicar únicamente nuestra voluntad en encontrar a Dios en nosotros mismos es abreviar al máximo el tiempo de nuestro exilio.
«Esforcémonos en no hacer nada, a fin de que Dios pueda hablarnos y de que sus ángeles puedan servirnos sin trabas».
III: 59

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III



Michael Maier, Atalanta Fugiens

"Así, pues, la materia resulta más inútil de lo que uno podría pensar, sin un exacto conocimiento del fuego, del recipiente y del atanor."

La naturaleza proporciona el alimento y es el fuego interior quien lo digiere y lo transmuta. Quien pretende hacerlo mejor no es más que un presuntuoso ignorante.

El hombre se convierte en su propio instructor, su propio juez y su propio salvador cuando penetra hasta el centro secreto de su corazón.
IX: 55-55’

"Personalmente sigo apoyando que la Naturaleza es el único guía y la única maestra en esta obra; puesto que, al recordar a su autor, no podría equivocarse ni hacer que se equivoquen los demás."

La naturaleza enseña al Sabio y el Sabio ayuda a la naturaleza, a fin de que el fruto aparezca a la vida y se vuelva perfecto.

Quien sabe unir los contrarios de igual naturaleza posee la ciencia.
III: 34-34’

"Conociendo la materia de esta forma me queda todavía por considerar y buscar cómo debe ser corregida y depurada. Esto no se hace por ningún fuego elemental ni artificial, en ningún recipiente ni horno, sino por su propio fuego que el Creador ha dado, inmediatamente y desde el principio, a la Naturaleza, y que nosotros heredamos.

El labrador la conoce a pesar de la rudeza de su instinto, y el Alquimista más experto la ignora por completo.”

El jardinero es el más sabio de los hombres, pero lo ignora, porque trabaja con simientes oscurecidas y sobre una tierra mezclada con muerte.
I: 25'

"Asimismo, el recipiente tampoco es artificial, ni hecho a mano, sino natural y homogéneo, oblongo con un cuello, es cerrado y abierto según las exigencias de las necesidades, es opaco y oscuro. En éste, que es único en la Tierra, la materia empieza, es cocida y perfeccionada. Cualquiera puede hacerse con él en todas partes y en todo momento y no cuesta tanto como el fuego cuya materia cuesta a tanta gente. Se cierra por sí mismo herméticamente y se vuelve a abrir. No recibe más de lo que conviene y rechaza lo que es superfluo; de modo que no cabe preocuparse en absoluto por las proporciones ni cantidades; puesto que la Naturaleza no ignora lo que necesita mientras se le proporcione los auxilios necesarios."

El ignorante habla de suprimir el mal, el Sabio se limita a separarlo y a rechazarlo a fin de glorificar el bien sin trabas.

Él reúne los contrarios con peso y medida, ya que hace falta mucho cielo para mezclarlo con un poco de tierra.
VIII: 18’; VI: 53’

"Lo que dificulta esta obra es:

-El conocimiento y el cuidado que hay que tener durante las horas del parto, pues esta obra se asemeja bastante a la generación del hombre, por tener sus horas de concepción y parto."

Desde el instante de la concepción hasta el momento del alumbramiento, la virgen permanecerá bajo la custodia del Sabio.

Los cambios del mundo purgan la creación; el perfeccionamiento interior conduce al reposo en la paz eterna.
X: 35-35’

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II



Michael Maier, Atalanta Fugiens
"Es deplorable que este pueblo haya sido tan envidioso como para querer ser el único en poseer la Sabiduría, de forma que un pequeño número de entre ellos, lejos de indicar en sus libros el camino sencillo de la Naturaleza, indicó, para desviar a aquellos que querían conocerla, falsedades que la destruyen en lugar de ayudarla y enderezarla. Y como no ignoraban que la sed insaciable de oro domina al hombre, se centraron únicamente, para atraerlo más y apartarlo a su vez del camino sencillo de la Naturaleza (que a mi entender es el único verdadero), para lanzarlo hacia una infinidad de caminos particulares; como decía, pues, se centraron únicamente en el reino mineral y metálico, alegando que el oro no podía hacerse sin oro, del mismo modo que una vaca procede de otra y un caballo, de otro caballo, etcétera. Los fundamentos de esta regla son muy verdaderos; pues a la Naturaleza le es imposible producir oro sin semilla de oro, del mismo modo que le sería también imposible al mejor Filósofo disolverlo filosóficamente, y reducirlo a semilla de oro sin nuestro medio y sin la balanza de la Naturaleza. He aquí la dificultad; se trata, pues, de encontrar el medio que nos proporcionará la entrada de este Palacio cerrado del Rey."


Roguemos a Dios en nosotros mismos para reconocer el medio que permite descubrir la substancia oculta bajo la costra de la tierra extranjera.
XIII: 29’

"Aquel que no os conduzca directamente al domicilio nutricio de la Naturaleza, no sigue el verdadero camino, sino que os aparta de él."

No estamos solos y abandonados en este mundo, basta con que escuchemos la voz que susurra en nuestros corazones y que examinemos atentamente lo que nos viene y lo que se aleja de nosotros, haciendo callar nuestras voluntades y nuestros juicios personales.
XXIII: 14’

"Quisiera también daros un consejo para que podáis conseguir vosotros mismos, sólo después de haber leído algunos autores, cuya sinceridad es notoria, borrar seriamente de vuestro espíritu toda ambición de visitar a los metales crudos y minerales de toda clase; y si os aplicáis, por el contrario, únicamente a las generaciones de la Naturaleza, y a examinarlas, podréis estar perfectamente seguros de haber entrado en la vía real."

Si deseamos la ciencia inmortal, empecemos por estudiar la naturaleza y continuemos imitándola muy de cerca.
XXIII: 56

"El camino que os voy a indicar no os comprometerá en ningún modo a realizar grandes gastos, ni trabajos inútiles como los de los Filósofos; aparte de los gastos ordinarios que estáis obligados a realizar para vuestro mantenimiento, ello no os costará más de dos o tres escudos."

El más pobre es como el más rico en este mundo ante el secreto de Dios. Sin embargo, el pobre no está tentado de dispersarse en las complicaciones onerosas que extravían al rico buscador.
XXI: 1’

"Mi materia no es ni animal, ni vegetal, ni mineral, sino que participa de los tres reinos. Es universal y más frecuente en el mundo que cualquier otra cosa. Debe ser nombrada por simpatía microcósmica y se lo merece."

El Libro no es, pues, ni carne ni pescado, ni piedra ni planta, y sin embargo es.

¿Cuál es, pues, la cosa que no es ni carne ni pescado, ni piedra ni planta, y sin embargo ES?
XXXVIII: 14-14’

"Siempre y en todas partes puede ser encontrada, tanto en el fondo de la India como en medio de Roma, tanto de día como de noche, tanto en Verano como en Invierno."

La naturaleza está profundamente sepultada en la tierra y altamente situada en el cielo, pero existe un lugar particular donde es más oculta y más evidente que en parte alguna.
VIII: 47'

"Se puede adquirir con muy poco y gran peligro y ningún mortal puede vivir sin ella. Nunca está en reposo, siempre en acción y en movimiento, nunca expuesta y siempre oculta a la vista."

Aunque nos ofrecieran el cielo y la tierra y toda la creación intermedia, pediríamos siempre Él, Él, Él, porque él es la simiente sin la cual nada sería.
XIV: 37'

"El Mercurio común es un fluido frío, el mío es un fluido caliente. Muchas cosas y muchos trabajos son necesarios para depurarlo, mientras que el mío no exige más que un único trabajo que me es propio. El mío no reside ni se encuentra más que en un solo cuerpo, aunque todo lo que vive bajo el cielo esté celoso de éste. Al final recobra el mismo color que tenía al principio, aunque esté infinitamente exaltado. Está formado por una infinidad de otras materias, de ahí que por su análisis cuando está crudo, nos indica las afinidades que tiene con los tres reinos.

El ignorante tortura la naturaleza por todos los medios y en todos los terrenos.
El que es instruido la descubre por una sola vía y en un solo lugar.

La gracia y el amor nos liberan de las inmundicias y nos unen a Dios en el secreto de la substancia y de la esencia primeras.
V: 39-39'

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16 julio 2020

La Clavícula* de la Ciencia Hermética, escrita por un habitante del Norte durante sus horas de ocio. 

 

Andreas Friedrich. Emblemata Nova. 1617

En el año MDCCXXXII Amsterdam, Pierre Mortier 1751. 




A LA NATURALEZA
Virgen no mancillada
Y AL ARTE
Que la sigue como su guía





Consagro muy humildemente
los momentos de recreo de mis
Noches, yo, que soy un grano
de polvo del Paraíso.

Un Hombre



 

 


(extractos con notas comparativas de El Mensaje Reencontrado)


I



"Después de que una larga experiencia hizo manifiesta la armonía existente entre el hombre y el Universo, lo consideraron como el compendio de todo, o mejor dicho, como el pequeño mundo. Ahí está la clave del sello de este gran Hermes, cuyo emblema es una mano en la que hay una esfera, o un pequeño mundo con la siguiente inscripción:

'Lo que está arriba es como lo que está abajo' "

Todo es en cuerpo y en espíritu.
Todo está abajo y todo está arriba.
Esto vive y se transforma perpetuamente.
Todo es triple y doble y, sin embargo, único.
Esto sube y esto baja.
Todo es hembra por fuera y macho por dentro.
IV: 17'

"Estos testimonios están por encima de toda excepción y, aunque la Fe crea tantas cosas que la razón no entiende, coinciden ambas en lo mismo: que el hombre es, de entre todas las criaturas, la más noble. Esta verdad es tan clara y ha causado tanto impacto en la Antigüedad que no estaba iluminada por la Revelación, que los egipcios, muy ávidos de las ciencias, tenían por principal estudio del arte el conocerse a sí mismos."

Lo más fácil y lo más difícil del mundo es saber quienes somos.
III: 49

"Estos grandes hombres, al ver que los demás animales estaban compuestos únicamente de dos partes: de un cuerpo organizado y del espíritu vital, se percataron de la existencia de un tercer elemento en el hombre, algo que subsistía más allá de la muerte y que nombraban a veces alma, a veces fuego celeste, o incluso genio o espíritu."

¡Que quien pueda unirse al fuego celeste lo haga y viva! Porque ahí están el salvamento y la unión que no perecen.
XXVIII: 36"

"Esto mismo confirma que hay en el hombre algo escondido, que se despierta como de un sueño gracias a las nociones que se le presentan."

El conocimiento primero y último es lo que constituye la enseñanza de todos los libros santos.
«¡Oh, tesoro inestimable pisoteado por los hombres ignorantes!»
XI: 26

"Así, el hombre difiere de los demás animales por estar dotado de un alma razonable e inmortal; por ello más se merece ser colocado por encima de éstos que ser contado entre ellos."

Conocer los tres fundamentos hereditarios del hombre es poseer la ciencia.
El alma que viene de Dios, el espíritu que viene de los astros, el cuerpo que viene de la tierra.
II: 88

"Los antiguos Filósofos caldeos, egipcios y hebreos se esforzaron en reparar, mediante el conocimiento de la Sapientísima Naturaleza, este rayo que la caída de nuestros primeros Padres había dejado casi extinguido."

El Señor nos enseña a no rechazar su creación por desfigurada que esté, pues tras la desolación de la muerte aún subsiste la chispa de la vida divina.
¿Quién experimentará la sabiduría del Sabio? Y ¿quién la verá brillar sobre la tierra?
XXIX: 42'

"Se dirigieron, pues, a su Isis, la Naturaleza, y encontrándola dotada de tanta sabiduría, de tantas riquezas y generosidad y quedando tan sorprendidos, se dedicaron únicamente a su estudio para conocerla. Como esta Virgen casta no desalienta con facilidad a aquellos que la aman de verdad, mientras la busquen con el permiso de su Padre y no estén animados por un amor falso y loco por Aristóteles y por las sutilezas lógicas y escolásticas sino que se consagren por completo a ella, consiguieron congraciarse con ella por su ternura constante hasta el punto de que ella misma les enseñó el sendero verdadero para poder visitar y penetrar sus secretos más ocultos, sin exigir nada más a cambio que alabanzas hacia su gran Autor, y la prudencia y el silencio de sus Amantes."

Madre brillante que estáis en todo y que transfor- 
máis las estrellas y el mar. Concedednos el secre- 
to de vuestra luz y el amor de vuestra pureza. 
Bautizadnos en el agua y en el fuego divinos, 
y recibidnos en vuestro seno viviente. Ma- 
duradnos hasta la perfección del amor. 
Madre luminosa rodeada de tinie- 
blas. Substancia de la vida y ma- 
nantial de felicidad. Simiente 
benéfica de Dios. Nutrid nues- 
tros cuerpos, apagad la sed 
de nuestras almas, ilu- 
minad nuestros espí- 
ritus. Mostradnos 
la ruta que condu- 
ce al Sol bien- 
amado. La- 
vadnos. Ma- 
dre santa.


Plegarias del Padre y la Madre

"No obstante, las Ciencias experimentaron la misma suerte que los grandes Reinos, que las Ciudades y Naciones enteras. La ambición de reinar hizo nacer la discordia y las querellas; los Filósofos fueron entonces exiliados, los monumentos geniales sepultados bajo las ruinas de la patria, y al volverse viuda la Naturaleza, por decirlo de alguna manera, se encerró en su propia virtud. A todo ello siguieron la ignorancia, el olvido, la barbarie, la ferocidad junto con el desprecio y el odio por las artes y las ciencias."

Henos aquí abandonados y entregados a nosotros mismos en las tinieblas del exilio, y tu estrella se ha escondido de nosotros y te has retirado al cielo.
XXXI: 51’




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21 diciembre 2017

Segundo libro pagano  (pagoyum)

Acerca de las entidades morbosas

Tratado de la entidad del veneno. (De ente veneni)



Paracelso


(Extractos)

Capítulo primero
(Cómo y cuándo deben ser considerados venenosos los alimentos)


"Es sabido que todos los cuerpos necesitan vivir, para lo cual utilizan determinados vehículos que los nutren y conservan, resultando imposible la vida allí donde faltan tales medios. E igualmente hay que recordar que el mismo que ha formado nuestros cuerpos ha creado los alimentos, si bien su obra no haya sido tan perfecta en este punto.

Hay una cosa cierta: y es que nuestro cuerpo nos ha sido dado exento de venenos, los que se encuentran precisamente en los alimentos que ingerimos. Quiere decir que el cuerpo ha sido creado perfecto y que las imperfecciones, o sea los venenos, están en los frutos y en los otros animales que nos sirven de sustento, si bien ellos, para sí mismos, tampoco contengan imperfección, como corresponde a obras del Creador igualmente perfectas.

De esta manera, sólo cuando una cosa es tomada del exterior en calidad de alimento adquiere la propiedad del veneno, de la que carece en sí y para sí misma."

Capítulo segundo
(De donde resulta la perfección de las criaturas de la naturaleza)


"Diremos en otras palabras, para conseguir mayor claridad o comprensión, que el hombre es la 'gran naturaleza' (magna natura) y que lo demás es el veneno añadido, mezclado o injertado en la naturaleza.

El fundamento de nuestra segunda Entidad, o Entidad del Veneno, radica en el hecho de la perfección de todas las cosas de la naturaleza en cuanto se manifiestan en sí mismas como obra de Dios. Y en su imperfección en cuanto se salen, al mezclarse unas con otras, de su propia naturaleza.

Tampoco ha creado Dios, Alquimista alguno entre los hombres o las demás criaturas de modo absoluto, pero sí si nos referimos al uso imperfecto que podamos dar a nuestros conocimientos, por lo cual nos ha permitido separar y discernir el veneno de apariencia inofensiva o saludable que pueda haber en determinados alimentos, a fin de que no los comamos."

Capítulo tercero
(Sobre la sabiduría divina de los médicos alquimistas)


"Dado que toda cosa, por más que sea perfecta en sí misma, puede transformarse en venenosa o bien persistir en su carácter saludable y benéfico bajo la influencia de las demás de su ambiente, tenemos que convenir en que Dios ha creado y permitido la existencia de un Alquimista con tal habilidad que pueda llegar a discernir perfectamente el veneno contenido en las cosas extrañas del alimento adecuado para el cuerpo."

Capítulo cuarto
(En donde se descubre que un alimento y un veneno pueden ser la misma cosa)


"Esa es la razón por la que ha creado las cosas de tal suerte que en todo lo que sea necesario a otra cosa se esconda (lateat) una virtud, arte o eficacia, capaz de separar el veneno de lo que no lo es, y que el equilibrio entre la salud del cuerpo y la necesidad de alimentos se mantenga mutuamente."

Capítulo quinto
(Plan de estudio para la Entidad de los Venenos)


"Ya nos hemos ocupado de la Entidad Astral, cuya influencia directa sobre nosotros es nula, según hemos podido ver. Con la Entidad de los Venenos la cuestión cambia fundamentalmente y el hombre dará buena muestra de prudencia aprendiendo a temerla y a defenderse contra ella, pues la verdad es que en este punto se halla desprovisto de toda protección o defensa y en permanente estado de contaminación."

Capítulo séptimo
(Sobre la naturaleza y función del Alquimista)


"Cuando el hombre come carne, ingiere en ella misma una parte nutritiva y saludable y otra parte venenosa. La confusión y el peligro están en que en el momento de comerlas, las dos partes parecen buenas y puras. Sin embargo, mientras bajo lo bueno se halla el veneno escondido, bajo lo malo no existe nunca nada bueno."

"Con ello el cuerpo se preserva de la muerte a que podría conducirle la absorción del veneno, lo que el Alquimista previene sin la menor intervención de la persona misma. Por todo lo cual puede decirse que la virtud y el poder del Alquimista se encuentran en el hombre."

Capítulo octavo
(Mecanismo de producción de las enfermedades debidas a los venenos)


"Comprended ahora que en cada cosa que el hombre toma para su sustento se encuentra constantemente el veneno escondido bajo la buena substancia. La substancia es, pues, el alimento que da vida, en tanto que el veneno la destruye y arrasa por medio de las enfermedades, siendo de ver que ambos principios se encuentran universalmente en todos los alimentos y en todos los animales sin excepción alguna."

"Cuando el Alquimista es demasiado débil (infirmus) y no puede llevar a cabo su sutil industria de separar el veneno de las substancias sanas, se produce la putrefacción conjunta de todo ello, seguida de una especial digestión, cuyos signos exteriores son precisamente los que nos servirán para indicar e individualizar las enfermedades de los hombres. Las enfermedades engendradas por la Entidad del Veneno provienen en efecto de una digestión alterada por la putrefacción, cuyas combustiones son tan temperadas que el Alquimista no llega a percibirlas. En este punto, al interrumpirse la digestión normal con todos estos excesos (excessus), el Alquimista queda inutilizado para llevar a cabo su trabajo (in suo instrumento)."

Capítulo undécimo
(Sobre la esencia del gran veneno de la digestión)


"También la boca puede ser puerta de entrada para la corrupción, bien por medio del aire, de los alimentos, de las bebidas o de otras cosas semejantes.

El mecanismo por el que esto llega a producirse es sencillo, tanto más cuanto que en el aire se encuentran habitualmente grandes cantidades de veneno, al que estamos permanentemente expuestos. En cuanto a los alimentos y bebidas, será conveniente precisar que no sólo resulta dañina su calidad sino también su cantidad, la que puede igualmente discordar con la capacidad de los instrumentos del cuerpo, que puede llegar a lesionarse, con la consiguiente perturbación del Alquimista y de todas las funciones que realiza. El resultado de todo esto conduce a la corrupción y putrefacción de la digestión."

"Cuando coméis carne, por ejemplo, o bien legumbres, purés, especias (aromata)... etc., y se declare la corrupción en el vientre, debéis saber que la causa de esa corrupción no está en cada uno de tales alimentos sino en todos, pues todos en ese caso responden a un solo veneno, ya provenga de las legumbres, de la carne, del puré o de las especias. Es decir: que basta con que un solo alimento esté alterado para que su corrupción invada por igual a todos los demás, originalmente saludables.

Saber cuál es y qué es ese veneno único, constituye uno de los más grandes misterios (arcanos).

Por eso, si conocierais verdaderamente ese veneno, madre de enfermedades, sería lamentable que todavía se os siguiera llamando médicos, pues no habría entonces profesión más sencilla.

Con todo y aunque conocieseis el remedio que correspondería usar en cada caso, es más que probable que aun cometieseis numerosos errores.

Sean pues estos razonamientos el fundamento de la esencia de todas las seiscientas enfermedades."

Capítulo duodécimo
(Resumen de la doctrina fisiopatológica de la digestión)


"Vamos a comunicaros aquí una breve enseñanza acerca de los venenos, a fin de precisaros lo que debe entenderse por veneno y en qué consiste su propia naturaleza.

Ya hemos indicado que en todos los alimentos existe un veneno, Y también que de los alimentos extraemos una cierta 'Entidad de potencia', superior a nuestros propios cuerpos. Asimismo hemos explicado la naturaleza del Alquimista que hay en cada uno de nosotros, el que por medio de su industria, con los instrumentos y en los reservorios que le son propios, separa los venenos de los alimentos en beneficio del cuerpo, terminado lo cual deja a la esencia nutritiva incorporada en forma de tintura y de color, en tanto que el veneno es dirigido hacia los emunctorios para su expulsión fuera del organismo. Todas las cosas se administran en este mismo orden y el hombre luego, bajo esta 'Entidad de potencia', se hace sano y fuerte.

Sin embargo, cuando dicha Entidad resulta debilitada o destruida a consecuencia de cualquier accidente hostil, vemos aparecer y desarrollarse lo que hemos llamado madre de las enfermedades, con referencia y aptitud para toda clase de venenos."

Capítulo decimotercero
(Conclusión sobre la Entidad de los Venenos)


"Vamos a dar un ejemplo ahora para demostrar en pocas palabras cómo se encuentra el veneno en los alimentos y de qué manera se trasforma en veneno la naturaleza de las cosas originariamente puras y perfectas que hay en los hombres o en los animales.

El buey con su apariencia (ornatus) se basta perfectamente a sí mismo: la piel defiende a su carne de todo accidente y sus emunctorios sirven perfectamente al trabajo de su Alquimista. Este animal ha sido creado con la forma que le es propia en atención a su actividad y a sus necesidades, que son en definitiva servir de sustento al hombre. De este modo resulta para el hombre un veneno a medias, ya que si hubiese sido creado efectivamente por el hombre mismo para su provecho, carecería de cuernos, de pezuñas y de huesos, dado que ninguna de estas cosas constituye alimento ni reporta utilidad alguna. Veis pues que, en cuanto buey, dicho animal ha sido muy bien creado, pues nada le falta ni nada le resulta superfluo."

"Cuando el hombre lo emplea como alimento, absorbe con él todo lo que le conviene y a la vez todo lo que le es contrario, por más que nada de ello sea contrario ni venenoso para el buey. Y como os hemos dicho repetidamente, se llega al momento en que la presencia y la acción del Alquimista se hace necesaria a fin de separar lo venenoso y rechazarlo hacia los emunctorios.

Tomando ahora así este ejemplo comprenderéis que sólo el que es Alquimista entre los hombres puede cumplir con ellos lo que el Alquimista de la Naturaleza realiza en nuestros cuerpos."

"En definitiva debéis retener que el veneno proviene solamente de la perturbación de la digestión, que deja en nosotros esa parte venenosa que constantemente ingerimos pero que normalmente eliminamos. Y que todo veneno se engendra siempre en el mismo lugar, de donde, pasado algún tiempo, resultan las enfermedades o la muerte."


Notas comparativas de El Mensaje Reencontrado:

LIBRO I

61'. El alimento calentado en exceso está muerto y no es adecuado para el mantenimiento de la vida oculta.

73'. El mundo prefiere el veneno fabricado antes que el agua natural del sol y de la luna. «¡Oh individuos adormecidos de las multitudes agonizantes!, vuestro lamentable extravío no puede alegrar a los simples hijos de Dios, ¿despertaréis a la voz del Señor que os requiere de amores?»

LIBRO II

45. La ceguera y el orgullo de los hombres han llegado a tal punto, que transforman todo bien en mal en nombre de la ciencia y del progreso.

45'. Lo que está excesivamente cocido sólo contiene la muerte y sólo engendra la muerte.

LIBRO IV

36. La plegaria espontánea, el reposo solitario, la meditación profunda, la alimentación sencilla y el movimiento mesurado mantienen el alma, el espíritu y el cuerpo del Sabio.

LIBRO X

62'. Debemos tomar el bálsamo con el veneno, después de separar este último para tener la verdad pura.

LIBRO XIII

42. El amor más directo y desnudo da la paz. El alimento más simple y mejor preparado da la salud. El conocimiento más humilde y unificado da la riqueza.

46. La inteligencia de los alimentos corporales y la de los alimentos espirituales no es tan sólo escoger bien lo que nos conviene, sino también rechazar lo que no nos conviene a fin de conservar únicamente en nosotros este bálsamo que mantiene y perfecciona el cuerpo y el espíritu, hasta la glorificación del alma en el Señor maravilloso.

LIBRO XIV

40'. El silencio y el ayuno absorben eficazmente los estímulos de la impaciencia y de la cólera, como el amor de Dios y el olvido de uno mismo ahogan las simientes de la codicia y del orgullo. «La vida eterna es como la fijeza del fuego de la conciencia entre las creaciones movedizas del agua madre».

49'. Si no vaciamos el cuerpo por el ayuno, el espíritu por la oración y el alma por la contemplación, ¿cómo podrá el Señor colmarnos de su presencia triple y única?

LIBRO XIX

6". No nos sentemos a la mesa ante una multitud de manjares y bebidas complicados; preparemos más bien una bandeja con una comida y una bebida sencillas como el pan y el vino que contentaron a nuestros Sabios padres.

LIBRO XXI

41. Aceptaremos todo lo que se ofrece y se da, y dejaremos todo lo que se niega y se resiste. Así cumpliremos la voluntad de Dios, que nunca violenta nada ni a nadie. «El que se apodera es un criminal, el que recoge no es más que un parásito de Dios».

LIBRO XXVI

55. Preservémonos de la multitud de drogas y medicamentos de los demasiado sabios, que matan el cuerpo.

55'. Comamos y bebamos moderadamente, dando gracias al Señor que nos da la vida y que la mantiene.

LIBRO XXXVI

26. Así, el hombre domina el alimento terrestre y lo transforma en él. Pero es dominado por el alimento celeste que lo transforma en Dios.

26'. Lo que repetimos aquí a todos los creyentes es un gran misterio, pues es el misterio de Dios que habita la pureza de la vida liberada de la muerte.

LIBRO XXXVII

5'. Os proponemos locamente la gracia y el amor de Dios, y sembramos sin medida su verdad y su perdón. ¿No os levantaréis como un santo maná engendrado por Dios? Y ¿no llenaréis sus brazos tendidos hacia vosotros?

15. Rezaremos así para la comida: «Gracias Señor, que te entregas para nuestro alimento bajo el velo tenebroso de las criaturas terrestres. Haz que la digestión se realice en nosotros perfectamente, a fin de que recibamos tu vida preciosa y que rechacemos el veneno de la muerte».

23. Evitaremos todo alimento que se corrompe violentamente con infección, todo lo que es fabricado y falsificado por los hombres, y todo lo que se nos resiste porque no se ofrece por sí mismo. Así, no aumentaremos estúpidamente en nosotros y fuera de nosotros la pesada carga de la muerte.

23'. Buscaremos todo alimento que se conserva naturalmente sin pudrirse, todo lo que es directo y natural, y todo lo que se ofrece por sí mismo, que venga de la tierra y del cielo, a fin de aumentar en nosotros el buen olor de vida que no perece. Así, prepararemos inteligentemente el día de la resurrección.


Fuente del texto (excepto notas comparativas): Paracelso, Obras completas, Ediciones Brontes.
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14 abril 2017
L. Cattiaux, El verdadero misterio de la pasión
[...]

Porque éstas son las fiestas de Pascua en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya Sangre consagra las puertas de los fieles.
Esta es la noche en que sacaste de Egipto, a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el Mar Rojo.
Esta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

[...]

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo.
Esta es la noche de que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo.»
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los potentes.

[...]

¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!

[...]

Que el lucero matutino lo encuentre ardiendo, Oh lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.

¿Quién puede diferenciar el fuego del fuego? ¿Quién puede manifestar y encarnar el sol en la estrella de la mañana salida de la tierra tenebrosa?
El Mensaje Reencontrado I: 18'


Fuente del texto (excepto nota comparativa): El Exultet, pregón pascual que data del s. IV dc.
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