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Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
10 julio 2014

o Caos celeste de los Magos y Primera Materia de todas las cosas

Eugenio Filaleteo

2ª parte

(Extractos con notas comparativas de El Mensaje Reencontrado)

Sabed que la Naturaleza tiene dos extremos, y en medio de estos, una sustancia media, que hemos llamado en otra parte naturaleza media. De ello tenemos suficientes ejemplos en la Creación. El primer extremo fue esta nube u oscuridad de la que ya hemos hablado; algunos la llaman naturaleza lejana y caos invisible, lo cual es incorrecto, puesto que no era invisible. Aparentemente se trata del EINSOF judío, que es lo mismo que esta “Noche Órfica”.
“¡Oh Noche negra, nodriza de las estrellas de oro!” 

Sublime virgen revestida de terror.
Alimento vivo del mundo.
Nodriza del sol.
Santa Madre de los hombres.
III: 78'


De esta oscuridad salieron todas las cosas que existen en el mundo, como si hubieran brotado de su fuente o Matriz. De ahí proviene la expresión utilizada por todos los poetas y filósofos famosos: “Omnia en nocte prodiise”.

Todas las cosas creadas sirven de vehículos para volver a subir al manantial o para alejarse de él. Abandonémoslas de buen grado en cada etapa del viaje divino.
XIII: 45

Así los magos, al razonar, se preguntan por qué la creación inferior debe de estar sujeta a la corrupción, y concluyen que la causa y el origen de esta enfermedad tenía que encontrarse en el caos mismo, puesto que estaba corrompido y maldecido a causa de la caída del hombre. Pero al llevar más lejos sus investigaciones, descubrieron que la naturaleza, en sus generaciones, no hacía más que cocer el caos con un calor lento, sin separar sus partes ni purificar por separado cada una de ellas. Las purezas e impurezas del esperma al permanecer juntas en todas sus producciones, y, al prevalecer también este enemigo doméstico al final, ocasionaba la muerte del compuesto.

La naturaleza media del hombre no le permite desembrollar lo verdadero de lo falso sin la ayuda de Dios.
VII: 35

Y así, sabiamente llegaron a la conclusión de que querer tratar lo físico a partir de los vegetales, animales y minerales, era pura locura, ya que estos también guardaban en ellos sus propias impurezas y enfermedades, y que necesitaban una medicina para limpiarlos. A partir de esto, tomaron la resolución (Dios debiendo ser su guía) de operar en el caos en sí. Lo abrieron, lo purificaron, unieron lo que habían previamente separado y lo alimentaron con un doble fuego, espeso y sutil hasta llevarlo al extremo inmortal y hacer de ello un cuerpo espiritual celeste. He aquí su física, he aquí su magia. Vieron en esta obra la imagen de esta figura que Zoroastro llama “Triadis vultus ante essentiam” es decir, “el rostro de la Tríada antes de la esencia”. Conocieron a la perfección la “Segunda” que contiene todas las cosas en ella de forma natural, al igual que Dios contiene todas las cosas en él de forma espiritual.

La separación es el comienzo del trabajo secreto que conduce a Dios. La reunión es su término.
VI: 39 

Descubrieron que la vida de todas las cosas aquí abajo era un fuego espeso o un fuego aprisionado e incorporado a una cierta humedad aérea incombustible. Además, descubrieron que este fuego estuvo en el origen derivado de los Cielos. Y es en ese sentido que esta dicho en los oráculos: “lgnis, lgnis Derivatio, lgnis Penu”.

El mundo actual no es real ni irreal, ni bueno ni malo.
Está formado por una porción de la luz divina infinitamente fraccionada en las tinieblas del no ser.
IX: 5 

En una palabra, vieron con sus propios ojos que la naturaleza era macho y hembra, y, como dicen los Cabalistas: “Ignis ruber super dorsum ignis candidi” un cierto fuego de un color rojo oscuro, trabajando en un agua muy blanca, pesada y salada, agua que es también fuego en su interior, pero muy fría al exterior. Con esta práctica se les manifestó que Dios mismo era Fuego, según las palabras de Eximidius en “La Tourbe”.

Dios es como un fuego fijo y seco, oculto en un fuego movedizo y húmedo.
Quien lo descubre posee el dominio de la vida.
IV: 48

El principio de todas las cosas es una cierta naturaleza, eterna, infinita, que lo ama y lo recalienta todo.
En verdad, la vida, que no es más que luz y calor procedió, desde el origen, de Dios y se aplicó al caos, denominado de forma elegante por Zoroastro: “La Fuente de las fuentes de todas las fuentes, la Matriz que contiene todas las cosas”.

Matriz del sol.
Letanías de la Madre y del Hijo: 10

Por experiencia vemos que toda vida individual no solo subsiste por su propio calor sino que también esta preservada por el calor universal exterior, que es la vida del gran mundo; e incluso, el gran mundo mismo no vive únicamente de este calor, que Dios incluyó en sus partes, sino que también está preservado por el influjo del calor de la Deidad, esparcida a su alrededor. En efecto, por encima de los cielos, Dios está manifestado como un mundo infinito, que quema luz y fuego, de modo que Él vigila todo lo que ha creado, y que el edificio entero permanezca en su calor y en su luz, al igual que un hombre aquí en la tierra permanece bajo los rayos del Sol. Digo pues que el Dios de la Naturaleza se encarga el mismo de una cocción perpetua, y ello, no solo para engendrar sino también para preservar lo que ha sido engendrado. Su Espíritu y Calor coagulan lo que es sutil, rarifican lo que es demasiado espeso, vivifican las partes muertas y templan lo frío. Es en realidad una sola operación de calor, cuyo método es vital y mucho más misterioso que el reposo. Los que la utilizan deben estudiarla.

El sol visible y el sol invisible maduran todas las cosas hasta la perfección áurea del fruto perfectísimo.
II: 25' 

Pero por poco me iba a olvidar completamente de decirte lo que es todo en todo, así como la mayor dificultad en el arte, que es el fuego. Es un fuego secreto, aéreo, circular y brillante. Los filósofos lo llaman “Sol”, y el recipiente debe hallarse en la sombra. No cambia la materia en vapor, no la hace transpirar, sino que la digiere únicamente con un calor lento, vital y penetrante. Es contínuo y por este motivo, al final, altera y corrompe el caos. Su proporción y su régimen deben de ser cuidadosamente respetados, la mejor forma de conocerlos es según el Sínode “No dejéis volar el pájaro antes que el pajarero”. Disponedlo bien antes de disparar y así estaréis seguros de vuestra proa.

La naturaleza proporciona el alimento y es el fuego interior quien lo digiere y lo transmuta. Quien pretende hacerlo mejor no es más que un presuntuoso ignorante.
El hombre se convierte en su propio instructor, su propio juez y su propio salvador cuando penetra hasta el centro secreto de su corazón.
IX: 55-55’

Es lo mismo, nuestra materia es una sustancia de lo más delicado, y tierna como el esperma animal, pues es algo perfectamente vivo, que posee en verdad una pequeña porción de vida, pues la naturaleza se sirve de ello para producir ciertos animales. Por esta razón evidente, la mínima violencia la destruye e impide toda generación. Si fuera sobrecalentada, aunque fuera unos minutos, el azufre blanco y rojo no podrían nunca unirse y coagularse esencialmente. Por el contrario, si se enfriara, aunque sólo fuera media hora, y que el trabajo ya estuviera comenzado, nunca podría llegar a buen término. Hablo por experiencia, pues me he pegado a mí mismo varios guantazos a causa de mi negligencia demasiado confiada. En efecto, creía que estos desengaños iban a ser menos numerosos puesto que ya los había previsto. La naturaleza no se pone en movimiento por la teoría de los hombres, sino por su práctica, y seguramente el entendimiento y la razón no podrían realizar milagros sin la ayuda de las manos.

Hundidos en el barro, debemos lavarnos cotidianamente. Dando vueltas, debemos perseverar en nuestro camino hacia Dios. Ciegos y sordos, debemos buscar la luz del Perfecto y escuchar su palabra santa.
XVIII: 55

Es un fuego seco, vaporoso, húmedo, que rodea el recipiente; es a su vez igual y continuo; no tiene reposo y algunos lo han llamado carbón blanco filosófico. En sí mismo es natural, sin embargo su preparación es artificial, es un calor propio de los muertos, por ello, algunos lo han denominado fuego “innatural” o necromántico. No es una parte de la materia, no está sacado de ella, sino que es un fuego externo, que solo sirve para agitar y fortalecer el fuego interno y oprimido del caos.

…/…

Esto lo admite el excelente Flamel, que, hablando del mercurio solar y lunar y de la plantación del uno en el otro, dice:

“Tómalos pero manteniéndolos día y noche en tu alambique y calentados por un calor suave. Pero éste, no debe de ser un fuego de carbón, ni de ninguna leña, sino un fuego claro y brillante como el mismo Sol y cuyo calor no sea nunca excesivo, sino siempre constante.”  

Con esto ya es suficiente e incluso demasiado, pues el secreto en él mismo no es grande, sino que grandes son sus consecuencias, lo cual explica la prudencia de los Filósofos. Ahora, amigo lector, posees una descripción muy completa y muy fiel del agente exterior. En realidad si tuviera que hablar de ello abiertamente, veríais que se trata de un misterio muy sencillo y ridículo. No obstante es por él, y nunca sin él, que los magos abrieron el caos, y ciertamente nunca se ha oído decir que una llave de hierro pudiera abrir un tesoro de oro.

En este sujeto universal, encontraron la naturaleza de todos los particulares y esto nos es dicho en esta máxima: “Que aquel que no haya conocido a Proteo, vaya a Pan”.

Este “Pan” es su caos o Mercurio, el cual explica “proteus”, es decir las criaturas particulares, comúnmente denominadas Individuales. Este Pan se transforma él mismo en Proteo, o sea en todas las variedades de especies animales, vegetales y minerales. Es por la naturaleza universal o primera materia que todos fueron creados y este “Pan” poseía en sí sus propiedades.

Nada puede decirse claramente sin provocar la incredulidad o la codicia o el odio o la muerte.
El conocedor conserva evidente y secreta la llave del cielo y de la tierra.
IV: 89-89’

Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta nº 28

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