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Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
17 julio 2020
IV
Michael Maier, Atalanta Fugiens |
"El secreto del arte que aprendí rápidamente remontando a su primera
fuente. Lo demás es fácil y en absoluto desagradable si no fuera por el
hedor que sorprende al principio."
Quien retrocede ante el terror y el hedor de la muerte permanece en las tinieblas de la ignorancia.
X: 48
"Los colores son tres, el negro, el blanco como la nieve, y el último
se parece al rubí, aunque la mezcla de estos tres produzca más
colores."
Habiendo renunciado al barro de afuera, mi Señor me dio una perla; habiendo renunciado a la perla, me ofreció un diamante; habiendo renunciado al diamante, me presentó un rubí; pero como yo no alargaba la mano codiciosamente, se dio él mismo y yo comí a mi Bienamado con prudencia para no morir de su gran perfección.«¡Oh, sabor único del viviente de eternidad!»
XVIII: 31'
El primer Sabio que reconoció a Dios no tenía libros.
La naturaleza le enseñaba y él ayudaba a la naturaleza.
IV: 31’
"No hay más que una única materia, una simple cocción. La materia,
el
recipiente, el horno y el fuego no hacen más que una sola y misma cosa.
¿Qué necesidad hay entonces de ir a buscar en países lejanos lo que
tenemos suficientemente aquí?"
Hay que decirlo y repetirlo: la revelación más auténtica, la más precisa y la más realizada del misterio de vida y de la salvación de Dios se encuentra en los libros conocidos de los profetas de Dios y en los libros desconocidos de los Sabios de Dios. ¿No es nuestra religión un símbolo vivo del misterio oculto en todos los tiempos? ¿Es que ya no lo vemos? ¿Es que ya no lo oímos?XXXVII: 48
"¿Qué le importa a aquel que puede hacerse, según su voluntad, con
riquezas que sobrepasarían las de las dos Indias juntas, el detentar
una gran cantidad de oro y plata? La posesión de estos bienes causa
diariamente al que los detenta una multitud de cuidados e inquietudes y
además lo expone a diversos peligros. Al final hay que abandonarlo todo
y es apenas si aportan alguna ventaja más que el común de los mortales;
me refiero a colmar el hambre y apagar la sed. Al final, la pálida
muerte llama a ambas puertas, a la de un Palacio y a la de una Cabaña."
Ya que un día tendremos que abandonarlo todo, es prudente ejercitarnos en no poseer nada desde ahora mismo.VII:26
"Pero a aquél a quien la puerta de la Naturaleza le ha sido
abierta, no
le falta nada más por conocer que al Autor todopoderoso. Aquel que ve
ante sus ojos que todo tiende a su gloria, se dedica con todas sus
fuerzas a adquirir este conocimiento; no es en absoluto sorprendente
pues, que menospreciando y abandonando todas las cosas de la Tierra, se
entregue únicamente al amor y al deseo que lo atrae hacia el Autor y
Dueño del Universo."
¿No debemos arder de deseo y de impaciencia en nuestra búsqueda del tesoro divino si queremos tener una oportunidad de descubrirlo aquí abajo?
Pues aquí está nuestra esperanza insensata y nuestro loco deseo, que salvan de la duda, del desespero y de la muerte.
XXXIV: 38-38’
"Aquel que se ha aficionado por la eternidad desea con ardor abandonar esta vida para poseerla y aquel que ha vivido, aunque en libertad y seguridad, en el exilio y como extranjero en países lejanos, no duda en volver a su patria. Esto constituye una respuesta para aquellos que preguntan por qué se da tan escasamente el caso de un Filósofo que tiene éxito en todo y por qué, teniendo conocimientos tan exactos en Medicina, no vive más tiempo que los demás hombres; es que no le queda nada más que sea mortal por desear."
No, este no es un Libro para los saciados del mundo que se han instalado definitivamente en la cloaca de la muerte.Es un Libro para los hambrientos del cielo que buscan llorando su patria perdida.XXXV: 41-41'
Aplicar únicamente nuestra voluntad en encontrar a Dios en nosotros mismos es abreviar al máximo el tiempo de nuestro exilio.
«Esforcémonos en no hacer nada, a fin de que Dios pueda hablarnos y de que sus ángeles puedan servirnos sin trabas».
III: 59
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