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Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
28 mayo 2012
(versículos de El Mensaje Reencontrado)
Los creyentes restaurarán la pureza de la Iglesia de Dios, y los sacerdotes que hayan permanecido fieles a Dios en sus corazones estarán con ellos para la obra de resurrección.
Los hipócritas y los impíos serán echados fuera del paraíso de Dios, y se acusarán y se desgarrarán mutuamente sin piedad ni perdón en las tinieblas del exilio.
El secreto de Dios es santo, ciertamente, pero las iglesias que lo guardan ya no lo son, desgraciadamente, por culpa de quienes las componen.
Nuestro deber es denunciar la intrusión de los asuntos mundanos en el seno de las iglesias de Dios.
Asimismo, nuestro deber es restituir estas iglesias en la pureza y en la simplicidad primeras, cercanas a la voluntad de Dios y alejadas de las pasiones del mundo.
Los hipócritas, los tibios y los impíos serán expulsados, y todo será renovado en el Señor de vida y de verdad para el bien de su creación fiel.
El que reconoce a Dios por Padre, lo adora en su corazón y obedece su voz, es hijo de Dios y practica la verdadera religión.
Los que viven del trabajo de los demás y se han instalado en la religión como en un queso, no estarán de acuerdo con nosotros, pero ¿lo están con el Señor de verdad?
Muchos creyentes enrolados han llegado hasta el punto de negarse a buscar la salvación de Dios aquí abajo, por el temor inconfesado de encontrarla y de perder así la esperanza de obtenerla en un día lejano, al tiempo que se acomodan al mundo actual. Estos mantienen al Señor en la tumba a fin de organizarse confortablemente en el mundo.
Es como si se negaran a sentarse a la mesa del Señor, prefiriendo la promesa de un salvamento ulterior antes que el banquete de la vida. ¿No es, en realidad, porque prefieren organizarse en este mundo de muerte, antes que establecerse en la vida de Dios?
Los profanos se han infiltrado por todas partes y ahora mandan en el mundo, en las iglesias y en las sociedades iniciáticas.
Es un signo temible del desorden de los espíritus, y pronto habrá un olor de descomposición de las naciones que invadirá el mundo.
Los que nos preconizan el salvamento por la voluntad y el trabajo del hombre son profanos que se creen vanidosamente iniciados en los secretos de Dios.
Cuando de hecho, no son más que juguetes del maligno que lo violenta todo brutalmente, pero que no desanuda nada suavemente ni une nada santamente.
La religión es como el puente que nos religa a la salvación de Dios.
¿Acaso uno se duerme sobre un puente o se instala en él?
Cruzaremos el puente para alcanzar la ciudad santa del Señor de vida, de amor y de paz.
O lo abandonaremos para establecernos en la jungla hostil. Así, de todas formas, no obstruiremos el paso precioso.
Un día, Dios juzgará al mundo vuelto incurable y consumirá por el fuego el hedor de su plaga maligna.
Reunirá los restos y los amasará con el agua del cielo, para hacer con ellos una nueva creación olorosa y sin mancha.
Las iglesias aún creen en el Señor descendido entre nosotros, pero ya no le conocen, ya no le ven, ya no le tocan y ya no le comen más que en imagen.
Su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor son milagrosos y merecen la gran recompensa de la vida eterna prometida por el Señor a los que hayan creído en él hasta el final.
Las escuelas religiosas y las escuelas iniciáticas no deben limitar su enseñanza a la búsqueda espiritual; deben conservar el último peldaño, que es la búsqueda substancial olvidada por todos.
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