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DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
08 agosto 2014

(Extractos con notas de El Mensaje Reencontrado)


Tercera operación

Rubificación

Toma tanta Medicina blanca como quieras y ponla con su vaso sobre cenizas calientes, hasta que esté tan seca como ellas. Luego dale agua del Sol, que habrás guardado a parte para este menester y sigue administrándole el fuego de segundo grado, hasta que esté seca, luego añádele de nuevo del agua que hemos hablado, y así sucesivamente imbibe y deseca hasta que la materia se rubifique y se licúe como la cera, y corra sobre la lámina roja, tal como está dicho y entonces será la materia perfecta al rojo. 

Recuerda que no debes, cada vez, añadir más agua Solar de la necesaria para cubrir el cuerpo, pero no más. Así se procede para que el Elixir no se sumerja y se ahogue. El fuego debe continuarse así hasta la desecación, y entonces debe hacerse la segunda imbibición y así proceder por orden hasta alcanzar la perfección de la Medicina, es decir, hasta que la fuerza de la digestión del fuego la convierta en polvo rojísimo, que es el verdadero Hylé de los Filósofos, la Piedra sangrienta, el Purpúreo Coral rojo, el Rubí precioso, el Mercurio rojo y la Tintura roja

Cuanto más disuelvas y coagules, tanto más se multiplicará su virtud hasta el infinito.

El amor se apoderará de la virtud del sol y la multiplicará hasta el reposo del Señor último.

III: 5' 


Epílogo según Hermes 


"Así separarás la tierra del fuego, lo espeso de lo sutil, suavemente y con gran ingenio", es decir, separarás las partes unidas en el horno, por la disolución y la separación de las partes, tal como la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, etcétera. La más pura sustancia de la Piedra hasta que te quede limpia, sin ninguna mácula ni suciedad. Cuando dice: "Ella sube de la tierra al Cielo y luego vuelve de nuevo a la tierra", debemos comprenderlo como la sublimación de los cuerpos. Mas para explicar mejor la destilación, dice: "El viento la lleva en su vientre". Es decir, cuando el agua destilada en el Alambique primero asciende por el viento humeante y vaporoso y luego vuelve al fondo del vaso siendo todavía agua.

Además, para mostrar la congelación de la materia, dice: "Su fuerza es completa si vuelve de nuevo a la tierra"; es decir, si es convertida por decocción.

Para demostrar de un modo general las cosas antedichas, dice: "Y recibirá la fuerza inferior y superior"; es decir, de los Elementos, en tanto que si la Medicina recibe la fuerza de las partes ligeras, a saber, del aire y del fuego, recibirá también las partes más graves y pesadas, cambiándose en agua y tierra, a fin de que las materias perpetuamente conjuntas de este modo, tengan permanencia, fijeza, firmeza y estabilidad.

Los espíritus suben y bajan para lavar la tierra de sus manchas, a fin de que Dios pueda venir a habitarla de nuevo.
Él ha salido de la muerte y se ha fijado en el sol glorioso.
¡Oh redención!

IV: 63-63'


Alabado sea Dios.

* * * FIN * * *

Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta - Sufismo

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(Extractos con notas de El Mensaje Reencontrado)

Segunda operación

De la albación (albificación)

Esta convierte nuestro Mercurio en Piedra blanca, únicamente por decocción. Después que la tierra sea separada de su agua, se pondrá el recipiente sobre las Cenizas, tal como se hace en el horno de destilación. Y al principio se destilará el agua a fuego lento, de manera que ésta llegue tan suavemente que puedas nombrar distintamente hasta cuarenta nombres, o bien decir cincuenta y seis palabras, y sea observado este orden en toda la destilación de toda la tierra negra; lo que se encuentra en el fondo del recipiente, que es la hez que ha quedado, con la nueva agua, entonces se disolverá y dicha agua contendrá tres o cuatro partes más que esas heces, a fin de que todo se disuelva y se convierta en el Mercurio y plata viva. 

Te digo que debes hacer esto tantas veces como sea necesario, para que sólo quede el "marc" [poso, residuo]. En esta destilación no existe tiempo determinado, sino que se hace según la cantidad de agua, grande o pequeña, observando siempre la cantidad del fuego.


¡Oh, cenizas humildes de la mortificación!
¡Oh, agua viva de la bendición!
¡Oh, pura sal del bautismo!
¡Oh, santo aceite de la resurrección!

XX: 43"


Luego tomarás la tierra que habrás reservado en su vaso de cristal con su agua destilada y así, con fuego suave y lento, como era el de la destilación o purificación, o bien un poco más fuerte, continuarás hasta que la tierra esté blanca y seca, y secándose haya bebido toda su agua. Realizado esto, le echarás de esa agua y continuarás tu decocción como al principio, hasta que esta tierra sea blanca, mondada y completamente clara y haya absorbido toda su agua. 

Recuerda que dicha tierra será así lavada de su negrura por su decocción, como ya he dicho; para que fácilmente se purifique con su agua y se monde, pues es el final del magisterio. 

Entonces, guardarás diligentemente esa tierra blanca ya que es el Mercurio blanco, la magnesia blanca, la tierra hojaldrada. 

La tierra pura separada de su muerte.
La luna blanca salida de su sombra.
[...]

II: 59'


Después, tomarás esta tierra blanca rectificada de ese modo, y la pondrás en su vaso, sobre las cenizas al fuego de sublimación, y a la cual darás fuego intenso hasta que toda el agua coagulada que está dentro, pase al Alambique y que la tierra permanezca bien calcinada en el fondo. Entonces tendrás la tierra, el agua y el aire.

Aunque la tierra contenga en sí la naturaleza del fuego, sin embargo no es todavía aparente, como verás: cuando por una mayor decocción la hagas volver roja, verás entonces manifiestamente el fuego en apariencia.

[...] El sol rojo lavado de sus manchas.

II: 59'


Así se debe proceder a la Fermentación de la tierra blanca, a fin de que el cuerpo muerto se anime y sea vivificado y su virtud se multiplique al infinito.

Pero considera que el Fermento no puede entrar en el cuerpo muerto, más que por medio del agua que ha realizado la boda y conjunción entre el Fermento y la tierra blanca.

Debes saber que en todo Fermento hay que observar el peso, a fin de que la cantidad de volátil no sobrepase al fijo, y que las bodas no se vayan en humo. Pues Senior, dice: "Si no conviertes la tierra en agua y el agua en fuego, el espíritu y el cuerpo de ningún modo se conjuntarán". 

El verdadero Sabio es el que ve las dos caras de Dios y contempla lo que está oculto adentro. Porque en la unión de los contrarios es donde aparece la verdad del Único.

XIV: 31


Para realizar esto, toma una lámina al rojo vivo y ponle encima una gota de nuestra medicina, penetrará y se coloreará con perfecto color y será digno de perfección. Si ocurriera que no tiñese, reitera la disolución y la coagulación hasta que sea tingente y penetrante. No olvides que como máximo siete imbibiciones son suficientes y como mínimo cinco, para que la materia se licúe, y esto sin humo; entonces la materia al blanco estará realizada. Puesto que la materia se fija algunas veces en mayor tiempo y otras en menos, de acuerdo con la cantidad de medicina.

Debes saber que nuestra Medicina, desde la creación de nuestro Mercurio, precisa de siete meses hasta alcanzar la blancura y cinco hasta el rojo, lo cual suma en total doce.

Si queremos llegar hasta el Padre y recibir la herencia prometida, primero hemos de dejar de ser huérfanos en las tinieblas de la muerte y, en segundo lugar, nos hemos de fijar en la Madre santa donde el amor nos madurará.

XI: 31


Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta - Sufismo

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06 agosto 2014

(Extractos con notas de El Mensaje Reencontrado)


Práctica

Hijo mío, es necesario que trabajes con el Mercurio de los filósofos y de los sabios, que no es el vulgar ni tampoco vulgar en absoluto, sino que según éstos es la primera materia, el alma del mundo, el Elemento frío, el Agua bendita, el Agua de los Sabios, el Agua venenosa, el Vinagre fortísimo, el Agua mineral, el Agua de la gracia celeste, la leche virginal, nuestro Mercurio Mineral y Corporal. 

Quienes menosprecian la naturaleza a la vez que alaban a Dios son como asnos cargados de guijarros que hollan el oro del camino. Se cansan inútilmente y no llegan a nada duradero.

VIII: 38' 


Finalmente, aprende, hijo mío, que estos Soles y Lunas no son semejantes a los soles y lunas vulgares, ya que nuestros Soles y Lunas son mejores en su naturaleza que los que son vulgares. 

En tanto que nuestro Sol y nuestra Luna están vivos en un mismo sujeto, y los vulgares están muertos en comparación de los nuestros, que existen y permanecen en nuestra Piedra. 

Después de ello no olvides que el Mercurio tomado de nuestros cuerpos es parecido al Mercurio acuoso y común, y por ello la cosa se alegra de su semejante y está a gusto con él y de él se acompaña mejor y de buena gana, tal como hace el simple y compuesto, lo cual ha sido escondido por los filósofos en sus libros. 

Así, todo el beneficio existente en este arte, se encuentra en el Mercurio, en el Sol y la Luna, y todo lo demás es vano. 

Así, Diomedes dice: "Haz uso de la materia, a la que no debes introducir nada extraño, ni polvo ni agua, ya que las cosas diversas no mejoran en absoluto a nuestra Piedra". Por ello demuestra a quien le comprende bien, que la tintura de nuestra Piedra sólo se saca del Mercurio de los filósofos, que es su principio, su raíz y su gran árbol del cual salen luego tantas ramas. 

Nuestra vida está eternamente preñada de Dios.
¿Quien le hará aparecer antes del término de la muerte y de la resurrección del gran mundo?
«La hermana liberará a la hermana, y el niño misterioso nacerá de la única madre».

IV: 96'


Primera operación

Sublimación


No es en absoluto vulgar, sino filosófica. Con ella apartamos el exceso de dicha Piedra, que en efecto no es más que la elevación de la parte no fija por el humo y el vapor; puesto que la parte fija debe permanecer en el fondo. Por ello no deseamos que una se separe de la otra, sino que se fijen y permanezcan juntas. Debes saber que quien sublime como es debido a nuestro Mercurio filosófico, en el cual está toda la virtud de la piedra, realizará el magisterio.

Por ello Geber dice: 

"Toda la perfección consiste en la sublimación, y en esta sublimación están todas las demás operaciones, a saber, destilación, cocción, destrucción, coagulación, putrefacción, calcinación, fijación, reducción de las tinturas blancas y rojas procreadas y engendradas en un horno y un vaso; es el recto camino hasta la consumación final sobre la cual los filósofos han escrito diversos capítulos para detener a los ignorantes." 

¿Acaso no hay más que cascarones vacíos que el viento agita al pasar?
¿Acaso no hay más que vanidosos estériles y bestias embrutecidas? ¿Acaso no hay más que delirantes extraviados en las tinieblas de afuera y cerdos que se revuelcan en sus excrementos?
Alabemos y bendigamos en nuestros corazones a los Hijos de Dios, a los Sabios y a los profetas que nos han transmitido la antigua promesa del Señor de vida y que nos han revelado la vía santa que salva de la muerte.

XVI: 22-22'


A partir de esta sublimación ya está hecha la verdadera separación de los Elementos, ya que en nuestra sublimación el elixir de agua se cambia en el Elemento terrestre seco y cálido. Por lo cual está claro que la separación de los cuatro Elementos en nuestra Piedra, no es vulgar sino filosófica. Por ello en nuestra Piedra sólo hay dos Elementos formados, a saber, la tierra y el agua, pero la tierra contiene en su solidez la virtud y la sequedad del fuego. Y el agua contiene en sí al aire y a su húmedo. Así, en nuestra Piedra sólo tenemos dos Elementos a la vista, aunque en realidad tengamos cuatro.

La espiritualización del cuerpo hace aparecer el agua y el aire que nos animan y mantienen.
La corporificación del espíritu engendra la tierra y el fuego que nos sostienen y multiplican.
¿Quién pesará la parte de cada cosa?

VIII: 1


Así, pues, continúa la decocción a fuego lento hasta que toda la materia negra que aparece en la superficie sea completamente restituida por el magisterio. Dicha negrura es llamada por los filósofos Vestidura tenebrosa de la Piedra; luego se vuelve clara y es llamada Agua mondada de la tierra o bien del elixir

Conviene saber que la negrura que aparece es signo de la putrefacción y que el principio de la disolución es signo de la conjunción de las dos Naturalezas; algunas veces cuarenta días bastan para que aparezca la negrura, según la cantidad de materia y la buena industria del obrero, que ayuda en mucho a la separación de dicha negrura. 

No cambiaremos la naturaleza de los seres y de las cosas mediante nuestros pequeños trabajos y, si la contenemos un momento, surgirá después más fuerte que nunca.
Pero Dios es todopoderoso, pues cambia incluso las tinieblas en luz de vida.

X: 65 


Hijo mío, a partir de ahora, por la gracia de Dios, posees un Elemento de nuestra Piedra que es la tierra negra, la cabeza de Cuervo; otros la llaman sombra oscura sobre la cual, al igual que sobre un tronco, todo lo demás tiene fundamento.

Este Elemento terrestre y seco es llamado Latón, Toro, Heces negras, nuestro Metal y nuestro Mercurio. De este modo, por la privación de la humedad ardiente que es eliminada por la sublimación Filosófica, el volátil se vuelve fijo, lo blando es hecho seco y tierra, e incluso según Geber, se realiza la mutación de la complexión o sea de la Naturaleza fría y húmeda en cólera seca; y según Alfidio de la líquida en sólida.

Es evidente, pues, la intención de los filósofos cuando dicen que la operación de nuestra Piedra no es más que cambio de Naturalezas y revolución de Elementos.

Así puedes ver cómo por dicha incorporación el húmedo se vuelve seco y el volátil fijo; lo espiritual, corpóreo; lo líquido, sólido; el agua, fuego y el aire, tierra.

Ciertamente, cambian su verdadera naturaleza y los cuatro Elementos, todos, se hacen circular el uno al otro. 

Dios puede liberar nuestra vida del barro que la aprieta por todas partes y que la ahoga hasta la muerte.
Sólo él puede fecundarla y conducirla hasta la perfección de una generación infinita.
Extraer el perfume y rechazar el veneno.
Reducir la tierra en agua y rehacer el agua en tierra.
Cocer el cielo y la tierra hasta el alumbramiento del sol perfectísimo.

V: 89-89'


Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta - Sufismo

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02 agosto 2014

...del docto abad griego Synesio

(Extractos con notas de El Mensaje Reencontrado)



Si la preparamos, esta materia será el instrumento que realizará nuestro deseo. Y por ello aquellos que trabajan en este arte sin este médium, pierden el tiempo; si conocieran este médium, todas las cosas les serían posibles y propicias. Debes saber que este medio se encuentra en estado aéreo con los cuerpos celestes, y propiamente hablando, sólo en éste se encuentra el género masculino y femenino, poseyendo una virtud firme, fuerte, fija y permanente; de la esencia del cual los filósofos han hablado (tal como te decía) solamente a través de similitudes y mediante figuras.

Así, pues, ruego a Dios que aquel que comprenda este secreto pueda obrar a la gloria y alabanza de su santa Divinidad. Pues debes saber, querido hijo mío, que el ignorante no podría comprender el secreto del arte, ya que depende del conocimiento del cuerpo verdadero, que le está escondido.

Conoce pues, hijo mío, las Naturalezas, lo puro y lo impuro, lo mundo y lo inmundo: ya que nada puede dar lo que no posee. Y puesto que las cosas no son y no pueden hacerse según su naturaleza, haz uso pues del sujeto más perfecto y más próximo que encuentres, te bastará.

Abandona, pues, el mixto y toma su simple. Ya que es quintaesencia.

La verdad está desnuda y es simple, los hombres la ven más o menos claramente según la pureza, según el amor y según el conocimiento de cada uno.
La gracia es la que salva lo que hay de bueno en nosotros.
El amor es el que lo perfecciona, pero es el conocimiento quien realiza la unión misteriosa y última.

VII: 10-10'


Considera que tenemos dos cuerpos de grandísima perfección, llenos de plata viva; toma, pues, de ellos tu plata viva y de ella harás la medicina, llamada por algunos quintaesencia, que es una potencia, imperecedera, permanente y siempre victoriosa, que además es una clara luz que ilustra de verdadera bondad a toda alma que la haya saboreado una vez. 

Ella es el nudo y el lazo de todos los Elementos que contiene en sí, y el espíritu que nutre todas las cosas, y por medio del cual la Naturaleza obra en el Universo. Ella es la fuerza, el principio y el fin de toda la obra. Y a fin de que en una palabra te lo manifieste todo, has de saber que la quintaesencia y la cosa oculta de nuestra piedra, no es otra cosa que nuestra alma viscosa, celeste y gloriosa, extraída de su mina por nuestro magisterio, la cual por sí sola la engendra y no nos es posible hacer esta agua por arte, sino la Naturaleza sólo es quien la engendra. 

Esta agua es el Vinagre muy agrio que hace que el oro sea un puro espíritu, e incluso ella es esta bendita Naturaleza que engendra todas las cosas, que permanece muy unida a su putrefacción. Con su Verdor hace aparecer varios colores. 

No nos corresponde cortar la madera seca que estorba en el gran árbol de vida plantado en el mundo. La sangre nueva, que viene del cielo en sacrificio santo, hará reverdecer lo que ha permanecido vivo, y la leña muerta caerá por sí misma.

XXV: 31


Y te digo, hijo mío, considera todas las demás cosas como vanas excepto esta agua que consume, blanquea, disuelve y congela. Es ella quien putrifica y hace germinar. Por ello te advierto, para que toda tu intención esté en la decocción de tu agua, y no te preocupes en absoluto de la duración del tiempo, pues de otro modo no obtendrás ningún fruto. 

Cuécelo dulcemente, poco a poco hasta que se transforme de falso color en color perfecto, ten en cuenta al principio de no quemar sus flores y su vivacidad. De ningún modo te precipites para llegar antes al final. 

Cierra bien tu vaso, a fin de que el que está dentro no pueda escapar y así alcanzarás el resultado. Recuerda que disolver, calcinar, teñir, blanquear, refrescar, bañar, lavar, coagular, imbibir, cocer, fijar, triturar, desecar, y destilar son una misma cosa y no significan nada más que cocer la Naturaleza hasta que sea perfecta. 

Deseamos colaborar en la rehabilitación y la reintegración en Dios de todas las criaturas extraviadas en la muerte.
Tal es nuestro deseo, pues el trabajo más noble ante Dios es el de separar con él la luz de las tinieblas y cocer su verdad, hasta el esplendor fijo y perfecto.

XVI: 48


Es, pues, con el fuego de la extracción del alma que el espíritu surge dulce; compréndeme. Eso también puede decirse de la extracción del alma del cuerpo y de nuevo una reducción sobre este compuesto, hasta que todo sea sacado de la mezcla de los cuatro elementos. Así, lo que está debajo es lo mismo que lo que está encima, y de este modo son hechos dos luminares, uno fijo y el otro no, de los cuales el fijo permanece debajo y el volátil, encima, moviéndose perpetuamente hasta que el que está debajo, que es el macho, monte sobre la hembra y todo sea fijo, y no haya más que un luminar sin igual.

Como en el principio ha existido sólo uno, al igual en esta materia todo procederá de uno y volverá a uno. Esto se denomina convertir los Elementos, y convertir los Elementos es hacer el húmedo seco y el fugitivo fijo; a fin de que la cosa espesa disminuya y debilite la cosa que fija a las demás, permaneciendo como el fijador de la cosa.

De este modo se realiza la vida y la muerte de los Elementos, que una vez compuestos, germinan y producen; así una cosa perfecciona a la otra y la ayuda a combatir el fuego.

La naturaleza enseña al Sabio y el Sabio ayuda a la naturaleza, a fin de que el fruto aparezca a la vida y se vuelva perfecto.
Quien sabe unir los contrarios de igual naturaleza posee la ciencia.

III: 34-34'


Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta - Sufismo




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