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DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA Dom Antoíne-Joseph Pern...
Versículo al azar
El Mensaje Reencontrado
Libro XXVIII
NI REVÉTUE — EL BARRO
27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.
27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
24 septiembre 2016
(Comparativa con 'El Mensaje Reencontrado')
"Veinte leguas más y comieron bocado, a las treinta se prepararon para el descanso, y así llegaron a la ciudad de Uruk. Urshunabu dijo: «He aquí el lugar de donde partiste, y he aquí tu destino final. No has de desechar las experiencias de tu viaje, sino, conviviendo con ellas, regresar a tu morada, descansar y reflexionar, para seguir mañana el curso de tu vida.» Gilgamesh, sin bajar del bote, apuntaló la pértiga y lo hundió en la orilla, diciendo a Urshunabu: «¿Seguir el curso de mi vida? ¡Cómo podría ser capaz! Me fue robado el camino de vuelta a casa, la muerte sigue presente en todas partes. Allí donde mire al amanecer, se encontrará la muerte; allí donde mire al atardecer, se encontrará la muerte; cada palacio, hogar y templo son ya presas de la muerte. ¿Cómo podrá ser pleno mi corazón en este mundo? Regresa tú, Urshunabu, dirígete a la ciudad de Uruk. Admira si las murallas son de ladrillo cocido, si sus cimientos fueron echados por los siete sabios. Admira el templo de Eanna, la morada de Anu e Istar, si sus aguas fluyen constantemente, y su brillo no muere ni de día ni de noche. Después dirígete a sus gentes, si son felices, y relátales lo que has visto.» «Mundos hay aparte de éste, Urshunabu, más allá del dominio de los dioses y de las gentes. Son todos mundos de hechicería, llenos de magia, horrores y miserias, lo reconozco, pero quizás en ellos resplandezca aún un poco de alegría para mí. Quizás, más allá del horizonte, siga existiendo todavía algún lugar que contenga el secreto de la vida eterna, mi salvación en la inmortalidad, donde el cardo, y sus pétalos de rosa, sigan brillando a la luz del mediodía.» Y bajando Urshunabu del bote, Gilgamesh empujó la pértiga, y se alejó de la orilla, adentrándose en los mares desconocidos, hacia los mundos que existen más allá de este mundo. Donde ni los dioses, ni los hados, alcanzan a sus gentes."
"Entonces llegó la luz del día». [Y] Enkidu respondió a Gilgamesh: «[O]ye el sueño que tuve anoche: Anu, Enlil, Ea y el celestial Samas [Celebraban consejo]. Y Anu dijo a Enlil: "Porque el Toro del Cielo mataron, y a Huwawa Mataron; por consiguiente", dijo Anu, "uno de ellos, aquel que taló los montes del cedro, [Debe morir]". Pero Enlil dijo: "¡Enkidu debe morir; pero Gilgamesh no morirá! Entonces el celeste Samas respondiá al bravo Enlil: ¿No mataron por orden mía al Toro del Cielo y a Huwawa? ¿Debe ahora el inocente Enkidu perecer?" Pero Enlil se enfrentó iracundo con el celestial Samas: "Porque muy semejante a un camarada suyo, tú bajaste a diario hasta ellos"»."
"«¡[...] destruya su riqueza, disminuya su poder! Sea su [camino repugnante] en tu presencia. Escapen [las bestias que quiera apresar] delante de él. ¡[No] con[siga] el cazador la plenitud de su corazón!» [Después su corazón] urgió(le) a maldecir a la ramera: «¡Ea, moza!, decretaré (tu) [desti]no, ¡[un desti]no que no concluirá en toda la eternidad! Te maldeciré con grandes maldiciones, [un juramento] cuyas maldiciones pronto te abrumarán. [...] exceso de tus encantos. [...] arrojará en tu casa. [... ] el camino será tu morada, [la sombra de la pared] será tu paradero, [...] tus pies, [los fatuos y los sedientos herirán] tu mejilla. Por mí [tú has ... ] y por [...] sobre mí.» Cuando Samas oyó [estas palabras] de su boca, sin dilación le gritó [desde] el cielo: «¿Por qué, oh Enkidu, maldices a la ramera, que te hizo comer manjares dignos de la divinidad y te dio vino propio de la realeza, que te vistió con nobles ropas, y te hizo poseer el noble Gilgamesh por camarada? ¿Y Gilgamesh, tu amigo cordial, no te ofreció un lecho preclaro? Te hizo ocupar un lecho de honor, te colocó en el asiento de la holgura, en el asiento de la izquierda, ¡Para que [los prín]cipes de la tierra besaran tus plantas! Hará que las gentes de Uruk lloren por ti (y) se lamenten, que el pueblo [alegre] gima por ti. Y, cuando te hayas ido, su cuerpo de pelo intenso cubrirá, pondráse una piel de león y errará por la estepa». [Cuando] Enkidu [oyó] las palabras del valiente Samas, [... ] su corazón vejado se aquietó."
"«Así [...] vuelva a tu lu[gar...]. [Reyes, prínci]pes y nobles [te] amarán. [Ninguno por ti se] golpeará el muslo. [Por ti el anciano] meneará su barba. [... el joven] desceñirá su cinto. [...] cornerina, lapislázuli y oro. [Así sea retribuido] quien te mancille, [quede su casa vacía], su colmado almacén. [A la presencia de] los dioses [el sacerdote] te permitirá entrar, [por ti] se abandonará la esposa, (aunque sea) madre de siete». [... Enki]du, cuyo humor es sombrío, [...] yace a solas. Aquella noche [comunica] sus sentimientos a su amigo: «[Amigo mío], vi un sueño anoche: Los cielos [gemían], la tierra respondió; [...] yo estaba [sol]o. [...] su faz se oscureció. Como en [...] era su rostro. [... como] las garras del águila eran sus zarpas. [...] él me dominó. [...] él salta. [...] él me sumergió. [...] él me transformó, de forma que mis brazos eran [...] como los de un ave. Mirándome, me guía a la Casa de las Tinieblas, La mansión de Irkalla, a la casa que no abandona quien entró en ella, por el camino que no tiene regreso, a la casa cuyos habitantes carecen de luz, donde el polvo es su vianda y arcilla su manjar. Están pergeñados como pájaros, con alas por vestiduras, y no ven luz, residiendo en la oscuridad. En la Casa del Polvo, en que había entrado, contemplé [gobernantes] sin sus coronas; [vi príncipes], a los (nacidos) para la corona, que habían regido la tierra desde días pretéritos. [Estos dobl]es de Anu y Enlil servían carnes asadas; servían pasteles y escanciaban agua fresca de los odres. En la Casa del Polvo, en que había entrado, reside el sumo sacerdote y el acólito, reside el encantador y el extático, residen los lavadores, ungidores de los grandes dioses. Reside Etanal, reside Sumuqan. Ereskigal [vive allí], Reina del submundo, [Y Belit-]Seri, registrador del mundo inferior, se arrodilla ante ella. [Ella mantiene una tablilla] y la lee. [Levantando] su cabeza, me contempla: [Diciendo: "¿Quién] trajo a éste aquí?"»"
"Al primer resplandor del alba Gilgamesh dijo a su amigo: «Enkidu, tu [ma]dre una gacela, un onagro tu padre, te [engendraron]. Aquellos cuya señal son sus colas te criaron, y el ganado de la llanura y de todos los pastos. ¡Ojalá las huellas de Enkidu en el Bosque de los Cedros lloren por ti, jamás callen noche y día! Así los mayores de la amplia y amurallada Uruk lloren por ti. [Llore por ti] el dedo que se extienda detrás de nosotros bendiciendo. Llore por ti y despierte ecos en la campiña como si fuera tu madre. Llore por ti [...] En cuyo centro nosotros... Llore por ti oso, hiena, [pantera], tigre, ciervo, leopardo, león, bueyes, venado, [cabra montés], y las criaturas salvajes del llano. Llore por ti el río Ula [...] por cuyas riberas solíamos pasear. Llore por ti el puro Éufrates, [del que sacábamos] agua para el odre. Lloren por ti los guerreros de la amplia y amurallada Uruk [...] matamos al Toro... Llore por ti [...] [Quien] en Eridu ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] [quien...] ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] [quien] proporcionó... grano para tu boca. Llore por ti [...] [quien] puso ungüento en tu espalda. Llore por ti [...] [quien] puso cerveza en tu boca. Llore por ti la [meretriz] [que] te ungió con aceite fragante. Llo[re por ti...] [del ha]rén que [te llevó] la mujer y el anillo de tu elección. ¡Lloren los hermanos por ti como hermanas [...y crezca larga] su cabellera por ti [...]!»"
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"Veinte leguas más y comieron bocado, a las treinta se prepararon para el descanso, y así llegaron a la ciudad de Uruk. Urshunabu dijo: «He aquí el lugar de donde partiste, y he aquí tu destino final. No has de desechar las experiencias de tu viaje, sino, conviviendo con ellas, regresar a tu morada, descansar y reflexionar, para seguir mañana el curso de tu vida.» Gilgamesh, sin bajar del bote, apuntaló la pértiga y lo hundió en la orilla, diciendo a Urshunabu: «¿Seguir el curso de mi vida? ¡Cómo podría ser capaz! Me fue robado el camino de vuelta a casa, la muerte sigue presente en todas partes. Allí donde mire al amanecer, se encontrará la muerte; allí donde mire al atardecer, se encontrará la muerte; cada palacio, hogar y templo son ya presas de la muerte. ¿Cómo podrá ser pleno mi corazón en este mundo? Regresa tú, Urshunabu, dirígete a la ciudad de Uruk. Admira si las murallas son de ladrillo cocido, si sus cimientos fueron echados por los siete sabios. Admira el templo de Eanna, la morada de Anu e Istar, si sus aguas fluyen constantemente, y su brillo no muere ni de día ni de noche. Después dirígete a sus gentes, si son felices, y relátales lo que has visto.» «Mundos hay aparte de éste, Urshunabu, más allá del dominio de los dioses y de las gentes. Son todos mundos de hechicería, llenos de magia, horrores y miserias, lo reconozco, pero quizás en ellos resplandezca aún un poco de alegría para mí. Quizás, más allá del horizonte, siga existiendo todavía algún lugar que contenga el secreto de la vida eterna, mi salvación en la inmortalidad, donde el cardo, y sus pétalos de rosa, sigan brillando a la luz del mediodía.» Y bajando Urshunabu del bote, Gilgamesh empujó la pértiga, y se alejó de la orilla, adentrándose en los mares desconocidos, hacia los mundos que existen más allá de este mundo. Donde ni los dioses, ni los hados, alcanzan a sus gentes."
Ignoran el sentido oculto de la palabra inspirada, sus explicaciones morales son la prueba entristecedora de ello. Si comprendieran, remontarían al manantial en lugar de perderse en justificaciones ociosas y en disputas imbéciles.
«Dios borrará las patrias, las ideologías, las confesiones y las sectas, pues los creyentes son todos hermanos en la unidad del Único».
Dios nos propone la aventura inaudita y nos ofrece el lote increíble. Nos presenta las llaves de la muerte y de la vida y nos indica la vía que salva del caos del absurdo. Pero nos empeñamos estúpidamente en perseguir la podredumbre agonizante y clamamos contra la injusticia. ¿Seremos siempre tan imbéciles e incurables?
XVI: 53-53'
"Entonces llegó la luz del día». [Y] Enkidu respondió a Gilgamesh: «[O]ye el sueño que tuve anoche: Anu, Enlil, Ea y el celestial Samas [Celebraban consejo]. Y Anu dijo a Enlil: "Porque el Toro del Cielo mataron, y a Huwawa Mataron; por consiguiente", dijo Anu, "uno de ellos, aquel que taló los montes del cedro, [Debe morir]". Pero Enlil dijo: "¡Enkidu debe morir; pero Gilgamesh no morirá! Entonces el celeste Samas respondiá al bravo Enlil: ¿No mataron por orden mía al Toro del Cielo y a Huwawa? ¿Debe ahora el inocente Enkidu perecer?" Pero Enlil se enfrentó iracundo con el celestial Samas: "Porque muy semejante a un camarada suyo, tú bajaste a diario hasta ellos"»."
No predicamos una doctrina de abandono y de disolución en la muerte, predicamos una doctrina de purificación y de coagulación en la vida.
XXV: 43'
"«¡[...] destruya su riqueza, disminuya su poder! Sea su [camino repugnante] en tu presencia. Escapen [las bestias que quiera apresar] delante de él. ¡[No] con[siga] el cazador la plenitud de su corazón!» [Después su corazón] urgió(le) a maldecir a la ramera: «¡Ea, moza!, decretaré (tu) [desti]no, ¡[un desti]no que no concluirá en toda la eternidad! Te maldeciré con grandes maldiciones, [un juramento] cuyas maldiciones pronto te abrumarán. [...] exceso de tus encantos. [...] arrojará en tu casa. [... ] el camino será tu morada, [la sombra de la pared] será tu paradero, [...] tus pies, [los fatuos y los sedientos herirán] tu mejilla. Por mí [tú has ... ] y por [...] sobre mí.» Cuando Samas oyó [estas palabras] de su boca, sin dilación le gritó [desde] el cielo: «¿Por qué, oh Enkidu, maldices a la ramera, que te hizo comer manjares dignos de la divinidad y te dio vino propio de la realeza, que te vistió con nobles ropas, y te hizo poseer el noble Gilgamesh por camarada? ¿Y Gilgamesh, tu amigo cordial, no te ofreció un lecho preclaro? Te hizo ocupar un lecho de honor, te colocó en el asiento de la holgura, en el asiento de la izquierda, ¡Para que [los prín]cipes de la tierra besaran tus plantas! Hará que las gentes de Uruk lloren por ti (y) se lamenten, que el pueblo [alegre] gima por ti. Y, cuando te hayas ido, su cuerpo de pelo intenso cubrirá, pondráse una piel de león y errará por la estepa». [Cuando] Enkidu [oyó] las palabras del valiente Samas, [... ] su corazón vejado se aquietó."
Cuando el cuerpo es vencido, el espíritu aparece puro y libre, y el alma santa los une en Dios para siempre.
IV: 81'
"«Así [...] vuelva a tu lu[gar...]. [Reyes, prínci]pes y nobles [te] amarán. [Ninguno por ti se] golpeará el muslo. [Por ti el anciano] meneará su barba. [... el joven] desceñirá su cinto. [...] cornerina, lapislázuli y oro. [Así sea retribuido] quien te mancille, [quede su casa vacía], su colmado almacén. [A la presencia de] los dioses [el sacerdote] te permitirá entrar, [por ti] se abandonará la esposa, (aunque sea) madre de siete». [... Enki]du, cuyo humor es sombrío, [...] yace a solas. Aquella noche [comunica] sus sentimientos a su amigo: «[Amigo mío], vi un sueño anoche: Los cielos [gemían], la tierra respondió; [...] yo estaba [sol]o. [...] su faz se oscureció. Como en [...] era su rostro. [... como] las garras del águila eran sus zarpas. [...] él me dominó. [...] él salta. [...] él me sumergió. [...] él me transformó, de forma que mis brazos eran [...] como los de un ave. Mirándome, me guía a la Casa de las Tinieblas, La mansión de Irkalla, a la casa que no abandona quien entró en ella, por el camino que no tiene regreso, a la casa cuyos habitantes carecen de luz, donde el polvo es su vianda y arcilla su manjar. Están pergeñados como pájaros, con alas por vestiduras, y no ven luz, residiendo en la oscuridad. En la Casa del Polvo, en que había entrado, contemplé [gobernantes] sin sus coronas; [vi príncipes], a los (nacidos) para la corona, que habían regido la tierra desde días pretéritos. [Estos dobl]es de Anu y Enlil servían carnes asadas; servían pasteles y escanciaban agua fresca de los odres. En la Casa del Polvo, en que había entrado, reside el sumo sacerdote y el acólito, reside el encantador y el extático, residen los lavadores, ungidores de los grandes dioses. Reside Etanal, reside Sumuqan. Ereskigal [vive allí], Reina del submundo, [Y Belit-]Seri, registrador del mundo inferior, se arrodilla ante ella. [Ella mantiene una tablilla] y la lee. [Levantando] su cabeza, me contempla: [Diciendo: "¿Quién] trajo a éste aquí?"»"
Estemos atentos a los despreciados, a los débiles y a los sencillos, ya que, a menudo, el Señor se mueve y germina misteriosamente en ellos.
«¡Oh, santa humildad!, ¡oh, santo barro del abismo!, ¡oh, santo caos del comienzo!»
XXI: 33'
"Al primer resplandor del alba Gilgamesh dijo a su amigo: «Enkidu, tu [ma]dre una gacela, un onagro tu padre, te [engendraron]. Aquellos cuya señal son sus colas te criaron, y el ganado de la llanura y de todos los pastos. ¡Ojalá las huellas de Enkidu en el Bosque de los Cedros lloren por ti, jamás callen noche y día! Así los mayores de la amplia y amurallada Uruk lloren por ti. [Llore por ti] el dedo que se extienda detrás de nosotros bendiciendo. Llore por ti y despierte ecos en la campiña como si fuera tu madre. Llore por ti [...] En cuyo centro nosotros... Llore por ti oso, hiena, [pantera], tigre, ciervo, leopardo, león, bueyes, venado, [cabra montés], y las criaturas salvajes del llano. Llore por ti el río Ula [...] por cuyas riberas solíamos pasear. Llore por ti el puro Éufrates, [del que sacábamos] agua para el odre. Lloren por ti los guerreros de la amplia y amurallada Uruk [...] matamos al Toro... Llore por ti [...] [Quien] en Eridu ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] [quien...] ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] [quien] proporcionó... grano para tu boca. Llore por ti [...] [quien] puso ungüento en tu espalda. Llore por ti [...] [quien] puso cerveza en tu boca. Llore por ti la [meretriz] [que] te ungió con aceite fragante. Llo[re por ti...] [del ha]rén que [te llevó] la mujer y el anillo de tu elección. ¡Lloren los hermanos por ti como hermanas [...y crezca larga] su cabellera por ti [...]!»"
Después de las lágrimas corrosivas de la amargura, he aquí las dulces lágrimas de la alegría desbordante, ya que la abundancia del don de nuestro Señor hace fluir el agua prisionera de nuestros corazones, y su amor la condensa en una piedra santa y preciosa.
XXI: 44”
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06 septiembre 2016
Ishtar - Museo Británico |
Las necesidades naturales deben permanecer separadas del culto de Dios hasta que sean absorbidas en él sin esfuerzo. Así evitaremos la división del pecado principal y su multiplicación en pecados particulares, que acaban por desanimar de la fe y del amor de Dios.
Debemos tener cierta tolerancia con nosotros mismos y con los demás, como hace el Señor con todos; pero debemos permanecer muy despiertos en la búsqueda y en la frecuentación del Perfecto, pues es el único que nos liberará de las trampas y de las tentaciones del mundo si se lo pedimos sin cansarnos nunca.
XXIII: 1-1'
"Se adelantó Istar ante Anu, su padre, a Antum, su madre, fue y [dijo]: «Padre mío, ¡Gilgamesh ha acumulado insultos sobre mí! Gilgamesh ha enumerado mis hediondos hechos, mi fetidez y mi impureza». Anu abrió la boca para hablar, diciendo a la gloriosa Istar: «Pero, en verdad, tú incitarías [...], y por ello Gilgamesh ha citado tus hediondos hechos, tu fetidez y tu impureza». Istar abrió la boca para hablar, diciendo a [Anu, su padre]: «Padre mío, ¡hazme el Toro del Cielo [para que castigue a Gilgamesh], [y] llene a Gil[gamesh...]! Si tú [no me haces] [el Toro del Cielo], quebraré [las puertas del mundo inferior]; yo haré [...], yo [levantaré los muertos roídos (y) vivos], ¡Para que los muertos superen a los vivos!» Anu [abrió la boca para hablar], diciendo [a la gloriosa Istar]: «[Si hago lo que me] pides, [habrá] siete años de cáscaras (hueras). ¿Has cosechado [grano para la gente]? ¿Has cultivado hierba [para las bestias]?» [Istar abrió la boca] para hablar, [diciendo a A]nu, su padre: «[Grano para la gente] he almacenado, [hierba para las bestias] he proporcionado. [Si ha de haber siete] años de cáscaras, [he reu]nido [grano para la gente], [he cultivado] hierba [para las bestias]»."
No ocultaremos a nuestros hijos que están revestidos de una piel de bestia y tampoco les esconderemos los apetitos y las necesidades de la bestia, y se los presentaremos como funciones naturales indispensables para el mantenimiento de la vida encarnada, funciones de las que nadie debe estar orgulloso ni tener vergüenza, pues son pasajeras.
XXIII: 15
"Con [su] tercer resoplido [saltó] contra Enkidu. Enkidu paró su embestida. Brincó a lo alto Enkidu, asiendo al Toro del Cielo por los cuernos. El Toro del Cielo lanzó [su] espuma a [su] cara, le restregó con lo espeso de la cola. Enkidu abrió la boca para hablar, diciendo [a Gilgamesh]: «Amigo mío, nos hemos preciado [...]». Entre el cuello y las astas [hincó] su espada. Cuando hubieron matado al Toro, arrancaron su corazón, colocándolo ante Samas. Retrocedieron y rindieron homenaje a Samas. Los dos hermanos se sentaron. Entonces Istar subió al muro de la amurallada Uruk, se encaramó en las almenas, pronunciando una maldición: «¡Ay de Gilgamesh porque me injurió matando al Toro del Cielo!»"
¿No es preciso que quememos primero el hedor agresivo que nos ata y envenena por todas partes? Pues es lo que obstaculiza la unión del amor divino.
XXIII: 21'
"Cuando el toro del cielo estuvo muerto, le arrancaron su corazón, y lo ofrecieron ante Sammash. Retrocediendo por rendirle homenaje, ambos se sentaron. Entonces Ishtar subió al muro de la ciudad de Uruk, desde lo más alto de las almenas profirió una maldición: “¡Pobre de Gilgamesh, que me injurió matando al toro del cielo!” Cuando Enkidu oyó estas palabras, arrancó el muslo derecho del toro y se lo arrojó a la cara a la diosa, diciendo: “Si pudiera atraparte, como a él te trataría, ¡Colgaría sus entrañas junto a las tuyas!”. Con esto, Ishtar llamó a las rameras del templo y a las mozas del placer, para que se lamentasen sobre el muslo del toro del cielo."
Hay los santos según el mundo que reprimen su naturaleza instintiva y hay los Sabios según el mundo que siguen su naturaleza instintiva. Hay los santos según Dios que siguen su naturaleza intuitiva y hay los Sabios según Dios que encarnan su naturaleza celeste. ¡Estos son los únicos supervivientes!
XXIII: 42'
"Pero sucedió que, viendo Gilgamesh un limpio pozo de agua fresca, se retiró hacia él a bañarse, y durante su aseo, una serpie olfateó la planta y la robó, alejándose mientras mudaba la piel. Por esto Gilgamesh se sienta y llora, y mientras las lágrimas le recorren las mejillas le dice a Urshunabu, el barquero: «¿Para quién, Urshunabu, trabajaron mis manos? ¿Por quién se ha derramado la sangre de mi corazón? Mis esfuerzos no ganaron recompensa alguna y, sin embargo, ¡gran recompensa ha obtenido por mí el león de la tierra! Cuando comencé mi viaje, la muerte siempre lo impulsó, y su temor me hizo seguir adelante. ¡Sabido era que la vida no había de hacerlo terminar! Mi peregrinaje estuvo siempre surcado por el llanto y las miserias, y si éstas me acompañaron en su principio, ¿por qué no iban a acompañarme también en su final? Al final del sendero siempre se encuentra la nota que reza desconsolada: “Volverás a mí”, y quizá así deba ser. “Abandona la barcaza y retírate”, y así debe ser.»"
Algunos Sabios han adivinado el principio de los comienzos, pero ¿cuántos de entre ellos lo han concebido claramente? ¿Cuántos lo han encarnado visiblemente? ¿Cuántos lo han tenido en sus manos? ¿Cuántos lo han fijado en su corazón? ¿Cuántos se han unido a él para la vida eterna?
XXIII: 44'
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