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DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
19 octubre 2014

o Cánones Herméticos del Espíritu o del Alma como también 

del Cuerpo medianero del Gran y Pequeño Mundo

Basilio Valentín

(Comparativa con versículos de El Mensaje Reencontrado)

Canon I

Hermes Trismegisto ha merecido ser llamado el Padre de los Filósofos por haber buscado los tres reinos, mineral, vegetal y animal y la triple subsistencia de ellos en una esencia creada en la cual ha reconocido toda la fuerza y la virtud de la naturaleza vegetal, animal y mineral.

Hay la esencia que fecunda, la substancia que es fecundada, el medio que ha nacido, la materia que es creada.
Hay, inversamente, la materia que es sólida, el medio que es acuoso, la substancia que es gaseosa, la esencia que es fluídica. Pues lo que baja es como lo que sube en el seno del Único.

XVI: 13


Canon II

En la naturaleza del mercurio volante como nieve, blanco y coagulado, se encuentra una virtud que vegeta que no es común: el cual mercurio es un cierto Espíritu tanto del grande como del pequeño mundo. Y es de este mercurio que proviene y depende el movimiento y flujo de la naturaleza humana según el alma razonable.

No nos sentemos a la mesa ante una multitud de manjares y bebidas complicados; preparemos más bien una bandeja con una comida y una bebida sencillas como el pan y el vino que contentaron a nuestros Sabios padres.

XIX: 6"


Canon III

En cuanto a la virtud que anima, ésta no es otra cosa que un medio entre el Espíritu y el cuerpo, puesto que siendo esta virtud como la liga del mundo es el vínculo entre éstos dos: el cual realmente consiste en el azufre que está en forma de un aceite rojo transparente como el sol en el gran mundo y como el corazón del hombre en el pequeño mundo.

El amor de Dios conduce a la repulsión terrestre y a la atracción celeste. Así, Dios y el hombre se unen en un cierto medio, que constituye el misterio de la tierra y del cielo.
Quien quiera llegar hasta Dios debe abandonar todos los prejuicios del mundo y todas las certezas de la razón humana, para no seguir más que a la naturaleza iluminativa oculta en las tinieblas de la creación primordial.

VIII: 50-50' 


Canon IV

En fin, el carácter mineral está dotado como de un cuerpo que es semejante a la sal: este cuerpo es de una virtud y de un olor admirables; y cuando la sal será separada de las inmundicias de la tierra, no será diferente del mercurio más que por el espesor y consistencia del cuerpo.

Quien ha cerrado el círculo de la creación sabe que no existe nada fuera de la esencia primera y última, donde reposa el germen de las creaciones maravillosas de la eternidad.
El equilibrio de los contrarios se establece en la realización del amor perfecto y en el reposo del conocimiento último.
«Comeremos el sol glorioso y estaremos vivos para siempre».

XII: 69-69' 


Canon V

Estas tres subsistencias consideradas en una esencia creada, constituyen y establecen el limbo del gran y pequeño mundo, del cual limbo el primer hombre ha sido formado cuando fue hecho del polvo de la tierra: al cual llegó el alma microcósmica inmortal, inspirada directamente de Dios, y que, a la manera de una Reina, es la causa motriz y directriz de todas las funciones que están en el hombre.

Sabemos que todo cambia, excepto el inmutable que mueve el Universo.

VI: 55' 


Canon VI

Por lo demás, así como la virtud de nuestro cuerpo y también nuestra vida está entera por los cuatro elementos y por la unión o coagulación del polvo de la tierra, -si el Espíritu mercurial como húmedo radical y el Alma sulfúrea como calor natural, conspiran y se unen amigablemente en uno con la consistencia o espesor de la sal que es la que preserva de toda podredumbre-, del mismo modo es necesario que el Alma inmortal sea separada del cuerpo que ha sido formado de la unión del polvo de la Tierra. Que si sucede algún defecto en uno de estos tres principios o en varios de ellos, entonces se sigue la muerte de todos, pero si el defecto no se encuentra más que en una parte de algún principio, será solamente causada la enfermedad: lo cual puede verse sobre todo en la anatomía de los siete principales miembros.

No acusemos a nadie de las dificultades que sobrevienen, aunque sólo sea para no aumentarlas inútilmente.
Permanezcamos lo más posible en el reposo y en el silencio de Dios hasta no ser más que uno con el Uno; así, gobernaremos fácilmente a los seres y las cosas del mundo total sin violentar nada.
El Sabio y el santo son los únicos verdaderamente asqueados por la mugre del inmundo; el primero la separa y la rechaza aquí abajo, el segundo espera pacientemente con ella hasta el tiempo del juicio general.
Nuestra luz se separa por sí misma de las tinieblas que la aprisionan. Basta con que no la obstaculicemos con nuestra agitación en el mundo y nuestra voluntad particular, que se oponen a la decantación secreta del caos del abismo; pues la sabiduría es como nuestra unión íntima con la esencia y con la substancia primeras, que forman el soporte indestructible de la creación cambiante.
«Hay una carne sobre el hueso, pero hay una carne mucho más preciosa dentro del hueso, y en esta carne preciosa hay también un núcleo muy secreto y muy santo».

XIII: 32-32' 


Canon VII

No hay nada que pueda remediar mejor el triple defecto de estos principios que la masa de este limbo del que el hombre ha sido hecho, la cual masa ha sido reunida por los tres principios en una substancia que puede aumentar, conservar y mantener todas las fuerzas y virtudes de la naturaleza, con tal que sea debidamente convertida y conducida en un cuerpo Astral fijo.

Todos son útiles para algo o a alguien aquí abajo, pero nosotros parecemos inútiles a los demás y a nosotros mismos. Así pues, es para consolarnos que Dios consiente algunas veces en decirnos una pequeña palabra.
Si no vaciamos el cuerpo por el ayuno, el espíritu por la oración y el alma por la contemplación, ¿cómo podrá el Señor colmarnos de su presencia triple y única?

XIV: 49-49' 


Canon VIII

De donde se reconoce que el Bálsamo del sujeto hermético tiene una estrecha armonía y conveniencia con el cuerpo humano. Es lo que ha hecho afirmar con razón a este Príncipe de los Físicos Alemanes, Philippus von Hohenheim Paracelso, en el libro de la piedra física intitulado El Manual: que el Microcosmos que está situado en el limbo y formado del polvo de la tierra puede ser conducido y conservado en salud por su medicina como por su semejante, no por opinión, sino verdadera y propiamente. Se puede decir la misma cosa con verdad de esta nuestra medicina.

Debemos empezar por pedir el socorro del Señor, que realiza su obra en nosotros, ya que, por nosotros mismos, somos impotentes para cambiar nada en nuestra naturaleza corrompida. Y, asimismo, debemos acabar dejando completa libertad al Señor para perfeccionar lo que él mismo ha liberado del barro del pecado de muerte.

XXII: 53' 


Canon IX

Ahora bien, debemos considerar más estas cosas, y ello tanto más cuanto que la medicina vulgar es débil y carece de vigor para conservar y mantener radicalmente los tres principios del Microcosmos y la armonía entre ellos, pues no es más que por accidente que parece dedicarse a estos tres principios, ya que ella está casi toda ocupada en los cuatro humores.

Una cosa es cierta: si nos creemos más inteligentes que Dios y si pensamos estar por encima de sus enviados, estamos extraviados y perdidos sin remisión en el exilio de la muerte.
¿No es nuestro revelador, nuestro fundador, quien nos propone, con el permiso de Dios, el medicamento celeste que es el Salvador encarnado milagrosamente para la salvación de los hijos de Dios?

XXXVII: 64-64' 


Canon X

Pero la medicina mineral quymica extraída de los minerales y metales raramente es preparada y administrada como es debido. Es por eso que Paracelso en dicho libro prefiere su medicina a cualquier otra. El no niega sin embargo que no haya grandes secretos en las otras cosas minerales, pero dice que la operación es larga y laboriosa y que el uso no puede ser fácilmente ni debidamente puesto en práctica, principalmente por los ignorantes los cuales sirviéndose de estas medicinas minerales causan más mal que bien.

Son necesarios muchos estudios, mucho tiempo, muchos dolores, mucho amor y mucho saber para volver a ser simple y natural, pero entonces es una simplicidad que se conoce y se guarda.

VII: 9 


Canon XI

Busquemos pues el limbo de nuestro Microcosmos en el cual Microcosmos está situado este limbo, busquemos, digo, este globo viscoso de la tierra compuesto de mercurio, de sal y de azufre: el cual según Geber, puede ser igualmente llamado humedad viscosa de la humedad, porque proviene de una cierta substancia húmeda.

¿Cada palabra de nuestra lengua no es como una blasfemia ante el verbo del Altísimo?
¿Cada soplo de nuestra boca no es como una exhalación pestilente del infierno ante la pureza del incorruptible?
¿Cada gesto de nuestras manos no es como una mueca simiesca ante el ARTE del Sapientísimo? Y, sin embargo, ¡qué esplendor permanece en nosotros y espera bajo el barro de la muerte! ¡Ojalá pueda despertar por fin y hacernos herederos de la gloria de Dios!

XXIII: 25' 


Canon XII

Pues así como el mundo, aunque sea creado de nada, debe sin embargo su origen al Agua sobre la cual era llevado el Espíritu del Señor y de la cual provienen todas las cosas tanto las celestes como las terrestres: del mismo modo, este limbo procede de un agua que no es vulgar, y que no es ni el rocío celeste, ni un aire condensado en las cavernas de la tierra, o en un recipiente: ni un agua proveniente del Abismo de la mar y extraída de fuentes de pozos o de ríos; sino que es un agua que toma nacimiento de una cierta agua que ha padecido y sufrido y que está ante los ojos de todo el mundo, conocida sin embargo por poca gente. La cual agua posee en sí todas las cosas que le son necesarias para la realización de toda la obra, quitándole todo su exterior.

¡Cuan original y simple es la vía de Dios, cuan secreta y expuesta a la vista de todos, sin embargo, cuan noble y común es! ¿Quién asirá ahora el sentido primero y último de la palabra inspirada?

XV: 1' 


Canon XIII

Ahora bien esta Naturaleza es Naturaleza media entre el grande y el pequeño mundo: ella se encuentra por todas partes, está en casa del pobre al igual que en casa del rico como todos los Filósofos nos aseguran: se la echa en las calles allí donde se la pisotea, aunque sea el manantial y la fuente de tantas operaciones maravillosas allá donde nos conviene restablecer estos tres principios del cuerpo.

¡Oh, Señor de inteligencia!, ¿hasta cuándo dejarás pasar por idiotas e incapaces a los que te sirven y te buscan aquí abajo con las lágrimas de la agonía y de la esperanza?
¡Oh, Señor todopoderoso!, ¿hasta cuándo abandonarás a la mendicidad a los que descuidan asegurar su fortuna en este mundo para buscarte mejor en sí mismos?
¡Oh, Señor de justicia!, ¿hasta cuándo dejarás pisotear y reducir a nada a quienes prefieren rogarte y alabarte, antes que despabilarse en este mundo infectado por la muerte?

XXXIX: 14-14" 


Canon XIV

Esta materia estando disuelta en su agua propia (pues toda generación viene del agua) debe ser puesta a circular por los cuatro Elementos hasta que acceda a una naturaleza astral fija, en el huevo Filosófico, el cual es llamado así por el calor de la gallina que incuba incesantemente sus huevos, de lo contrario toda esperanza de generación perecería.

Jamás desesperemos de Dios en esta vida y jamás nos abandonemos en el mundo. Pidamos, más bien, el socorro del Señor y pongámonos en sus manos hábiles, pues libera nuestra vida del inmundo, la purifica maravillosamente y la conduce hasta la perfección de su Ser admirable.

XVI: 46' 


Canon XV

Así el pequeño pájaro animal de Hermes estando encerrado en su calabozo que es el horno, debe ser excitado por el calor de nuestro fuego vaporoso, continuado por grados hasta que él salga del huevo por sí mismo y sea capaz por su alumbramiento de curar a cada uno.

Del huevo incubado sale un pollo, pero nadie se percata de ello.
La luz de los astros brilla en el cielo y en el interior de la tierra.

III: 9-9' 


Canon XVI

Ahora bien así como en la preparación de los tres principios de esta agua que ha sufrido, no añadimos nada a su materia substancial, ni quitamos nada a las tres propiedades que subsisten en dicha agua: sino que desechamos en su preparación solamente las superfluidades, es decir, las heterogeneidades o la tierra muerta y el agua insípida: del mismo modo comenzamos nuestra obra hermética por la conjunción de los tres principios preparados bajo una cierta proporción, la cual consiste en el peso del cuerpo que debe igualar el espíritu y el alma casi en su mitad.

¡Oh, santo Genitor!, consume en nosotros la putrefacta extranjera y líbranos de las escorias tenebrosas, a fin de que luzcamos en la luz de vida donde haces tu nido.

XXIV: 37' 


Canon XVII

Después, gobernamos el todo por una continua fomentación a fin de que la naturaleza, agente interior, no retarde en absoluto su acción, ni sufra exceso alguno. Haz pues al comienzo un suave fuego que sea primero, casi de cuatro gotas o hilos (de líquido) hasta que la materia ennegrezca. Luego le añadís de tal modo que sea casi de catorce hilos, en tanto que la materia se lave, y que el Iris que aparezca se acabe en color gris. Entonces activadlo casi a veinticuatro hilos, hasta una perfecta blancura, sobrepasando la de la nieve fluyente y fija: la cual es la luna del Microcosmos.

Si caemos o si creemos caer, mantengamos los ojos fijos en nuestro bello Señor de eternidad en lugar de analizar el barro donde nos debatimos lamentablemente desde la primera caída, pues no son la inteligencia ni la mano del hombre las que separan lo verdadero de lo falso y salvan de la muerte, sino la gracia y el amor del Señor muy sabio y todopoderoso, que perdona y libera a sus hijos bienamados.
Habiendo renunciado al barro de afuera, mi Señor me dio una perla; habiendo renunciado a la perla, me ofreció un diamante; habiendo renunciado al diamante, me presentó un rubí; pero como yo no alargaba la mano codiciosamente, se dio él mismo y yo comí a mi Bienamado con prudencia para no morir de su gran perfección.
«¡Oh, sabor único del viviente de eternidad!»

XVIII: 31-31' 


Canon XVIII

Si deseáis llegar a la rojez perfecta, continuaréis el fuego durante setenta días hasta que la piedra sea cambiada en un rubí transparente pesado y pesante el cual es verdaderamente el Sol del Microcosmos que podréis aumentar como lo habéis comenzado: un grano de éste es igual en potencia a seis mil granos, y por tanto, se debe administrar en muy pequeña dosis.

«Nada de mugre dentro, pero tampoco nada de mugre fuera». Más vale un santo purificado recubierto de barro que un malvado perfumado lleno de inmundicia, sin embargo, el Sabio se mantiene nítido por dentro y por fuera.
Todo ha venido del rojo para ir al negro, pasando por el amarillo y el blanco. Todo volverá al rojo partiendo del negro y pasando por el blanco y el amarillo.

XXVI: 41-41'


Raíz del Elixir

Hay en éste un vigor inspirado y una imagen celeste. 
De donde nos fluye y chorrea esta medicina de Dios.

R. .............................E.

FIN

Fuente del texto (excepto notas comparativas): revista La Puerta