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DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
27 octubre 2013


35. ¡Despierta, oh, amiga, no duermas más!
Se acabó la noche; ¿quieres perder también la jornada?
Otras que despertaron a tiempo, ya recibieron sus joyas.
Todo lo perdiste tú, ¡oh, loca!, durante el sueño.
Tu Amado es prudente, y tú insensata, ¡oh, mujer!
Nunca preparaste el lecho de tu esposo. Te pasaste los días en inútiles juegos.
Tu juventud se ha marchitado en vano, puesto que no has conocido a tu Señor.
¡Despierta, despiértate! Mira: tu lecho está vacío. Durante la noche, Él te ha abandonado. 

Kabir dice:
Sólo despierta aquella cuyo corazón está traspasado por las flechas de su palabra.
36. Cuando el sol brilla, ¿dónde está la noche? Y es de noche cuando el sol ha retirado su luz.
Donde hay conocimiento, ¿puede persistir la ignorancia? Y si hay ignorancia, el conocimiento debe perecer.
Si hay lujuria, ¿cómo puede haber amor? Donde está el amor, no existe la lujuria.
Empuña la espada y corre a la batalla. Combate, ¡oh, hermano!, mientras dure tu vida.
Corta la cabeza de tu enemigo para darle así una muerte rápida. Vuélvete luego, para inclinar la frente ante el triunfo de tu Rey.
El hombre valiente no abandona jamás el combate; el que huye no es un verdadero combatiente.
En el coto cerrado de nuestro cuerpo se libra una gran guerra contra las pasiones, la cólera, el orgullo y la envidia.
Donde más arrecia la batalla es en el Reino de la Verdad, del contentamiento y de la pureza, y la espada más activa es la tizona que lleva su nombre.

Kabir dice:

Cuando un valeroso caballero entra en liza, la multitud de los cobardes se pone en fuga.
Denodado y áspero combate el que libra aquel que busca la Verdad.
Su voto es más difícil de cumplir que el del guerrero o el de la viuda que quiere reunirse con su esposo.
Pues el guerrero combate durante unas horas y la lucha de la vida con la muerte concluye muy pronto.
Pero la batalla de aquel que busca la Verdad prosigue día y noche, y sin que cese mientras dura su vida.
37. La cerradura del error cierra la cancela: ábrela con la llave del amor.
Al abrir la puerta, despertarás al Bienamado.

Kabir dice:
No pases, ¡oh, hermano!, sin aprovechar tan buena ventura.
38. El cuerpo, ¡oh, amigo!, es Su lira.
Tiende las cuerdas y hace sonar la melodía de Brahma.
Si las clavijas se aflojan o las cuerdas se rompen, entonces, instrumento de polvo, vuelve el cuerpo al polvo.

Kabir dice:
Sólo Brahma y ningún otro puede crear semejantes melodías.
39. Amo muy de veras a quien puede devolver su hogar al viajero extraviado.
En el hogar está la verdadera unión, en el hogar está la dicha de la vida.
¿Por qué abandonaré mi hogar para andar errante por el bosque?
Si Brahma me hace alcanzar la verdad, hallaré en el hogar la servidumbre y la libertad a un tiempo.
Amo a quien tiene el poder de hundirse profundamente en el seno de Brahma, a quien posee la facultad de sumirse en la contemplación.
Amo a quien conoce a Brahma y puede quedarse en meditación sobre su suprema Verdad.
Amo a quien puede ejecutar la melodía del infinito, uniendo en su vida el amor y el sacrificio.

Kabir dice:

El hogar es la morada verdadera; en el hogar está lo real, el hogar hace que alcancemos a Aquel que es realidad.
Quédate, pues, donde estás y todo lo tendrás a su tiempo.
40. Nada mejor, ¡oh, santo hombre!, que unirse simplemente a Él.
Desde el día en que hallé a mi Dios, los juegos de nuestro amor ya no han cesado.
No cierro los ojos, no tapo mis oídos, no mortifico mi cuerpo.
Miro con los ojos muy abiertos, sonrío, y por doquiera contemplo Su hermosura.
Murmuro su nombre, y todo cuanto veo me habla de Él.
Todos mis actos constituyen un culto que rindo a mi Dios.
La aurora y el crepúsculo me parecen iguales.
Las contradicciones ya no existen para mí.
Por doquiera que voy, en Él me afano.
Todo cuanto hago lo hago en Su servicio.
Al acostarme me prosterno a Sus pies.
Sólo Él es adorable a mis ojos; no conozco otro.
De mi boca ya no salen palabras impuras.
Día y noche canto Sus alabanzas.
De pie o sentado, no puedo olvidarlo, porque el ritmo de Su canción lo llevo en mis oídos. 

Kabir dice:
Un gozo frenético abrasa mi corazón y descubre todos los misterios ocultos en mi alma. Estoy sumergido en una inmensa felicidad que supera toda alegría y todo dolor.
41. En los baños sagrados no hay más que agua, y sé de su ineficacia, pues me he bañado en ellos.
Las sagradas imágenes carecen de vida; no pueden hablar; lo sé, puesto que las he convocado a gritos.
Los Puranas y el Corán, no son más que palabras; aparté el velo y lo vi.
Kabir deja que hable la experiencia; todo el resto es mentira, lo sabe muy bien.


42. Me río cuando oigo decir que el pez tiene sed en el agua.
No alcanzas a ver que lo real está en tu hogar y andas errante de bosque en bosque.
¡En ti está la Verdad! Donde quiera que vayas, a Benarés o a Mathura, si no encuentras tu alma, el mundo no tendrá realidad para ti.


43. El pendón oculto se halla izado en el templo del cielo.
Allí se despliega el baldaquín azul adornado de luna y constelado de brillantes.
Allí brilla la luz del sol y de la luna.
Sosiégate, alma, y contempla ese esplendor en silencio.

Kabir dice:
Quien bebe de ese néctar cae en el delirio. 
44. ¿Quién eres? ¿Y de dónde vienes?
¿Dónde reside el Espíritu Supremo y cómo puede mezclarse en todos los juegos de la Creación?
El fuego está en la madera; pero ¿quién lo despierta de súbito?
La madera conviértese en cenizas; y, ¿adónde va la fuerza del fuego?
El verdadero Maestro nos enseña que el Espíritu no tiene límite ni fin.

Kabir dice:
Brahma adapta su palabra a la inteligencia de sus oyentes.
45. ¡Oh, santo!, purifica tu cuerpo con toda simplicidad.
Como el grano está en el bananero; como las flores, los frutos y la sombra de las hojas están en el grano, así el germen está en el cuerpo, y en ese germen el cuerpo se encuentra a sí mismo.
El fuego, el aire, el agua, la tierra y el éter no están fuera de Él.
Considera esto, ¡oh, Kazi; oh, Pundit! ¿Qué cosa hay que no esté en nuestra alma?
El cántaro lleno de agua flota en el agua, contiene agua y está rodeado de agua.
No hay que darle a esto nombre alguno, no vaya a despertarse el error del dualismo. 

Kabir dice:
Escucha la palabra, la verdadera, que es tu esencia; Él se dice la palabra a Sí mismo, y Él mismo es el Creador.
46. Es un árbol extraño; crece sin raíces y lleva frutos sin haber dado flores.
No tiene ramas ni hojas; es un loto puro.
En él cantan dos aves: una es el Maestro; la otra, su discípulo.
El discípulo escoge los abundantes frutos de la vida y los saborea; el Maestro lo contempla gozoso.
Lo que Kabir dice es difícil de comprender:
El ave no puede ser alcanzada, aunque resulta claramente visible. El que no tiene forma está en el seno de todas las formas.
47. He aplacado la angustia de mi alma y mi corazón se regocija. En el estado en que estoy, he visto al Supremo Camarada.
Permaneciendo esclavo me liberé; me desprendí de las garras de toda mezquindad. 

Kabir dice:
Alcancé lo inaccesible y en mi corazón tornasolan los colores del amor.
48. Lo que tú ves no existe, y para lo que existe no tienes palabras.
A menos de ver, no crees; lo que te dicen no puedes admitirlo.
Quien tiene discernimiento aprende por las palabras, y el ignorante se queda con la boca abierta.
Algunos contemplan lo Informe y otros meditan sobre la forma; pero el sabio sabe que Brahma está por encima de ambos.
La hermosura de Brahma no puede verse con los ojos. La vibración de su palabra no puede llegar hasta el oído.

Kabir dice:
Aquel que ha encontrado a la vez el amor y el sacrificio, no se abisma jamás en  la muerte.
49. La flauta del Infinito toca sin jamás interrumpirse, y canta Su amor.
Cuando el Amor renuncia a todo límite, alcanza la Verdad.
¡Cuán lejos se esparce su perfume! No tiene fin; ningún obstáculo se le opone.
La forma de su melodía brilla como un millón de soles.
La vina hace vibrar incomparablemente las notas de la verdad.


50. ¡Me acucia, caro amigo, encontrar a mi Bienamado!
Mi juventud ha florecido y el dolor de verme separada de Él me oprime el seno.
Yerro sin rumbo por los senderos del saber, aunque he recibido noticias Suyas a través de esos senderos.
Tengo una carta de mi Bienamado; en esa carta hay un mensaje inefable, y ahora ya no le temo a la muerte.

Kabir dice:
¡Oh, mi caro amigo! He recibido como presente al Único Inmortal.
51. Cuando estoy separada de mi Bienamado mi corazón se llena de tristeza.
Ningún reposo durante el día, ningún sueño durante la noche.
¿A quién confiaré mis penas?
La noche es oscura. Las horas transcurren sin que Él vuelva.
La ausencia de mi Señor hace que me estremezca y tiemble de miedo.

Kabir dice:
¡Óyeme, amiga mía! No hay júbilo como el de encontrar al Bienamado.
52. ¿Qué flauta es esa cuya música me llena de alegría?
La llama arde sin lámpara.
El loto florece sin raíces.
Las flores se abren en los claustros.
El ave nocturna vuela hacia la luna.
El ave de lluvia apetece la lluvia.
Pero, ¿a que amor consagra su vida el eternal Amante?


53. ¿No has oído los acordes de la misteriosa música?
En medio de la cámara suena, gentil y dulcemente pulsada, el arpa de la dicha.
No hay que salir para escucharla.
Si no has saboreado el néctar del Único Amor, ¿de qué te servirá purificarte de toda mancha?
El kazi investiga el sentido de los versículos del Corán e instruye a los hombres; pero si su corazón no está anegado en el amor divino, ¿de qué le servirá ser maestro?
El yogui tiñe de rojo sus vestiduras; pero si no conoce los colores del amor, ¿de qué le servirá el color de sus vestidos?

Kabir dice:
Ya esté en el templo o en el balcón de mi morada, en un campo o en un jardín de flores, os digo, en verdad, que en todo momento mi Señor se deleita conmigo.
54. ¡Sutil es el sendero del amor!
No hay en él preguntas ni silencios; toda criatura se aniquila a sus pies, se hunde en el gozo de buscarlo a El, se sumerge en las profundidades de su amor como el pez en el agua.
El enamorado siempre está dispuesto a ofrecer su vida en servicio de su Señor. 
Kabir revela el secreto de ese amor.


55. Es verdadero Santo aquel que puede revelar a ojos humanos la forma de lo informe.
Es verdadero Santo aquel que enseña el camino simple que ha de seguirse para alcanzarlo a Él sin ocuparse de ritos ni de ceremonias.
Es verdadero Santo aquel que no te hace cerrar las puertas, ni retener el aliento, ni renunciar al mundo; el que te hace ver al Espíritu Supremo doquiera haya inteligencia; el que te enseña a conservar la calma en medio de la actividad.
Inmerso para siempre en la felicidad y sin temor alguno en el corazón, el Santo mantiene, en medio de los placeres, la armonía de su vida.
La infinita presencia del Ser infinito está en todas partes: en la tierra, en el agua, en el cielo, en el aire.
Tan firme como el trueno, la sede del buscador se halla establecida por sobre el vacío del espacio.
El que está en el interior, está en el exterior. Lo veo a Él y a ningún otro.


56. Recibe la palabra de donde surgió el universo.
Esta palabra es: Maestro. Lo he escuchado y me he convertido en discípulo.
¿Cuántos son los que han comprendido esta palabra?
Trata tú de comprenderla, ¡oh, Santo!
Los Vedas y los Puranas la proclaman. 
El mundo se asienta en ella.
Los rishis y los devotos la dicen; pero nadie conoce su misterio.
El padre de familia abandona su hogar cuando la escucha.
Los seis filósofos la comentan.
El espíritu de renunciación emana de ella.
De esa palabra nació el mundo de las formas.
Esa palabra lo revela todo.

Kabir dice:
¡Pero quién sabe de dónde viene esa palabra!
57. ¡Vacía la copa! ¡Embriágate! ¡Bebe el divino néctar de Su nombre!

Kabir dice:
Óyeme, querido Sadhu: desde la coronilla a la planta de los pies, el hombre está envenenado por la inteligencia.
58. Si no conoces a tu propio Señor, ¿de qué te enorgulleces?
Renuncia a toda elocuencia. Jamás te unirán a Él las simples palabras.
No te dejes engañar por el testimonio de las Escrituras.
El amor difiere mucho de la letra, y el que con toda sinceridad lo busca, lo encuentra.


59. La dulzura de vagar sobre el océano de la vida inmortal me ha liberado de todo vano parloteo.
Como el árbol está en el grano, todos los males están en la charlatanería.


60. Cuando, al fin, hayas encontrado el océano de la felicidad, no te vayas sediento.
Vuelve en ti y no seas loco; la muerte te acecha.
Aquí tienes, ante ti, el agua pura. Bébela hasta saciarte.
No persigas el espejismo; ten sed de néctar.
Dhruva, Prahlad y Shukadeva bebieron de él. Raidas lo probó.
Los santos se embriagan de amor; tienen sed de amor.

Kabir dice:

Escucha, hermano mío: la guarida del miedo se ha desplomado.
Ni por un instante miraste al mundo frente a frente.
Con la falsedad tejes tu esclavitud; tus palabras están llenas de engaños.
Con el fardo de deseos que llevas en la cabeza, ¿cómo podrías andar ligero?
Kabir sigue diciendo:
Guarda en ti la verdad, el espíritu de sacrificio y el amor.
61. ¿Quién le ha enseñado a la viuda a dejar consumir su cuerpo sobre la hoguera de su esposo difunto?
¿Y quién le ha enseñado al amor a encontrar su felicidad en el sacrificio?


62. ¿Por qué, corazón mío, eres tan impaciente?
Aquel que vela por las aves, por las bestezuelas y por los insectos.
Aquel que cuidaba de ti cuando todavía estabas en el seno de tu madre: ¿dejará de protegerte ahora que ya saliste de él?
¿Cómo puedes, ¡oh, corazón mío!, apartarte de la sonrisa de tu Dios y andar errante tan lejos de Él?
Abandonaste a tu Bienamado para pensar en futilezas, ¿y te asombras de la banalidad de tu obra?


63. ¡Cuán difícil me es encontrar a mi Señor!
El pájaro de lluvia, alterado, llama a la lluvia a grandes gritos. Morirá en la espera antes que beber de otra agua.
Atraído por los sones de la música, la cervatilla se acerca; arriesga la vida para escucharlos; pero el temor no la hace retroceder.
La viuda se queda sentada junto al cuerpo de su esposo; el fuego no le da miedo. ¡No sientas temor alguno por esa miseria que es tu cuerpo!


64. Cuando ya me extraviaba, ¡oh, hermano!, el verdadero Maestro me enseñó el camino. 
Entonces dejé los ritos y las ceremonias; ya no volví a sumergirme en las aguas sagradas. 
Comprendí que sólo yo era el loco; que todo el mundo a mi alrededor estaba cuerdo y que yo era motivo de escándalo y de befa.
A partir de ese día, ya no ruedo por el polvo en señal de obediencia; ya no toco la campana del templo; ya no coloco ningún ídolo en su trono; ya no pongo flores ante las imágenes en signo de adoración.
Lo que le place al Señor no son las austeridades ni las mortificaciones de la carne. 
No le eres grato porque andes casi en cueros y mortifiques tus sentidos.
El hombre bueno y leal que permanece sereno en medio de la agitación del mundo, el que ama como a sí mismo a todas las criaturas de la tierra, ese hombre alcanza al Ser Inmortal, y el verdadero Dios está con él.

Kabir dice:
Aquel cuyas palabras son puras y que no tiene orgullo ni envidia, conoce Su verdadero Nombre.
65. El asceta tiñe sus vestiduras, en lugar de teñirse el alma, con los colores del amor.
Permanece sentado en el templo, abandonando a Brahma, para adorar una piedra; se agujerea las orejas; lleva una larga barba y sórdidos andrajos; parece un chivo.
Anda por el desierto yugulándose el deseo, y acaba pareciéndose al eunuco.
Se rapa la cabeza y tiñe sus vestidos; lee el Gita y se convierte en un charlatán.

Kabir dice:
Tú, que obras como él, marchas hacia las puertas de la muerte atado de pies y manos.
66. No sé cuál es mi Dios.
El mullah grita hacia El. ¿Por qué?
¿Está sordo el Señor? Pues bien que oye resonar hasta las sutiles articulaciones del insecto que marcha...
Reza tu rosario; píntate en la frente la cifra de tu Dios; envuélvete en andrajos manchados y vistosos...
Si en tu corazón hay un arma de muerte, ¿cómo podrás poseer a Dios?


Parte 1
Parte 3