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Las fábulas egipcias y griegas (1 de 8)

DESVELADAS Y REDUCIDAS A UN MISMO PRINCIPIO, CON UNA EXPLICACIÓN DE LOS JEROGLÍFICOS Y DE LA GUERRA DE TROYA   Dom Antoíne-Joseph Pern...

Versículo al azar

El Mensaje Reencontrado

Libro XXVIII

NI REVÉTUEEL BARRO

27. Si nos preguntan qué es el Libro, respondamos: una piedra sobre la cual se apoyan firmemente los creyentes y un manantial del cual extraen agua sin cesar.

27'. 36 opiniones conocidas simultáneamente.
36 oficios aprendidos de una vez.
36 cosas hechas al mismo tiempo.
36 luces vistas de repente.
36 deseos realizados en uno solo.
36 religiones reunidas en una fe.
03 mayo 2008

(Pequeño Extracto acerca de la Gran Obra)



En el principio se tiene la verdadera materia en el León Verde del color que le es propio, y se llama Adrop, Azoth o Duenech Verde.


En el Segundo Grado se tiene la misma cosa, y en el Tercero, los cuerpos se disuelven en la Plata viva de los Filósofos, es decir en el agua de nuestro Mercurio, y se hace un sólo cuerpo.


En el Cuarto se tiene la Putrefactio de los Filósofos, que no ha sido jamás vista hasta nuestros días y que se llama Azufre.


En el Quinto se obtiene que la mayor parte del agua se convierta en tierra negra y feculenta de la que hablan los Filósofos.


En el Sexto Grado ocurre que esta tierra negra se manifieste al principio sobre el agua y que poco a poco se sumerge en el fondo del vaso.


En el Séptimo esta tierra es disuelta de nuevo en agua, del calor del aceite, y se lo llama entonces Aceite de los Filósofos.


En el Octavo Grado, el Dragón nace en la negrura, y se nutre de su Mercurio y se mata él mismo, y es sumergido por el Mercurio, el agua blanquea un poco, y es el elixir.


En el Noveno, el agua está totalmente purificada de su negrura y se queda del color de la leche, y numerosos colores aparecen en la negrura.


En el Décimo, las nubes negras que estaban en el vaso encima del agua, descienden hacia su cuerpo, de donde habían salido.


En el Onceavo, esta ceniza se vuelve muy blanca, como un marmol brillante, y es el Elixir Blanco, y es el hijo de la ceniza.


En el Doceavo, esta blancura se transforma en rojez transparente como un rubí y es el Elixir Rojo.


FINAL
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Cartas Metafísicas
Karl von Eckartshausen

PARA MEDITAR ANTES DE LA LECTURA DE LAS CARTAS


Extraido de un tratado de química de Eckartshausen


El Señor
No conquista por las armas
Sino por el poder
Y la fuerza del espíritu.

“Si oculus tuus fuerit simplex totum corpum tuum lucidum erit” (Lc 11, 34).

El ojo interior del hombre es la razón, “potentia hominis intellectiva mens”.

Si este ojo interior es iluminado por la luz divina, él es, entonces, el verdadero sol interior por el que conocemos todos los objetos.


En tanto que la luz divina no ilumina este ojo, nuestro interior vive en las tinieblas. La aurora de nuestro interior comienza cuando esta luz se levanta.

Este sol del alma ilumina nuestro mundo intelectual, como el sol exterior ilumina el mundo exterior.

Así como, a la salida del sol exterior, los objetos del mundo sensible se nos vuelven poco a poco visibles; a la salida del sol espiritual o razonable llegan a nuestro conocimiento.

Así como la luz exterior nos ilumina por el camino de nuestra peregrinación, la luz interior nos ilumina por el camino de la salvación. Pero, así como el ojo exterior del hombre está expuesto a diferentes peligros, el ojo interior también lo está.

Este ojo interior debe conservarse sano, puro e inalterable: entonces puede elevarse, como el ojo exterior hacia el cielo; y, del mismo modo que el ojo exterior puede mirar el firmamento, las estrellas y el sol, también el ojo interior puede ver todo el cielo, a los ángeles y a Dios mismo. “Signatum est super nos lumen vultus tui” (Ps 4). “Ostendam omne bonum tibi” (Ex VI, 33).

¡Qué gran destino tiene el hombre interior!

Su espíritu puede elevarse hasta los ángeles y las inteligencias supraangélicas, puede acercarse al trono de la divinidad y ver, en sí mismo, todas las magnificencias del mundo divino, espiritual y físico; “averte oculum tuum, ne videat vanitatem.”

Retira tu alma, tu ojo interior, de todo lo que no sea Dios, ciérralo a la noche del error y del prejuicio, y no lo abras más que al Sol del mundo espiritual.

Este Sol espiritual es Jesucristo. Pues, así como el sol exterior posee luz y calor, y lo vuelve todo visible y fructificante; este Sol interior lo hace todo susceptible de ser conocido en el espíritu y activo en el corazón; ya que la sabiduría y el amor son sus fuerzas, y la razón y la voluntad del hombre, sus órganos. Llena las fuerzas con la sabiduría y la voluntad con el amor.



DESARROLLO DE LAS FUERZAS HUMANAS


Cuantos más órganos tiene un cuerpo para la recepción, desarrollo y propagación de diversas influencias, más rica y perfecta es su existencia, pues hay más capacidad vital.

Hay algunas fuerzas que duermen en nosotros para las que no tenemos órganos y que, por consiguiente, no pueden actuar.

Estas fuerzas durmientes pueden ser despertadas, es decir, que podemos organizarnos de modo que estas fuerzas se vuelvan activas en nosotros.

Un órgano es una forma en la que actúa una fuerza. Las partes en que consta toda forma están orientadas de acuerdo a esta fuerza actuante.

Organizarse para la acción de una fuerza significa, simplemente, dar a las partes una forma o situación tal que la fuerza pueda actuar en ellas... Esto quiere decir estar organizado.

Ahora bien, del mismo modo que para un hombre sin ojos la luz no existe en realidad, mientras que los que tienen este órgano gozan de ella; así, muchos hombres no pueden gozar de lo que otros sí pueden. O sea, que un hombre puede estar organizado de tal modo que sienta, oiga, saboree y vea cosas que otro no puede sentir, oír, saborear ni ver, porque le falta este órgano.

En este caso, todas las explicaciones serían inútiles, pues uno mezclaría siempre las ideas recibidas a través de su órgano particular con las ideas del otro; sólo podría saborear y comprender algo en la medida que se pusiera en contacto con sus propias sensaciones.

Del mismo modo que recibimos todas nuestras ideas a través de los sentidos y que todas las operaciones de nuestra razón son abstracciones de impresiones sensibles, existen muchas cosas de las que no nos podemos hacer una idea, porque aún no conocemos su sensación. Sólo aquello para lo que tenemos un órgano se vuelve sensible para nosotros.

Por ello, parece quedar demostrado que los hombres organizados para el desarrollo de las fuerzas superiores, no pueden dar a los otros hombres ninguna idea, ni oscura, de la verdad superior.

Así pues, todos nuestros escritos y discusiones sirven de poco. Los hombres deben, primeramente, organizarse para la verdad.

Aunque escribiéramos para los ciegos folios enteros sobre la luz, estos no la verían mejor. Debe dárseles, en primer lugar, el órgano para saborear la verdad.

Ahora, la pregunta es: ¿En qué consiste el órgano de percepción de la verdad? ¿Qué es la capacidad de verdad en el hombre?

Respondo: Es la simplicidad del corazón. Pues la simplicidad sitúa al corazón en una posición adecuada para recibir con pureza el rayo de la razón; y éste organiza el corazón para recibir la Luz.

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Extracto del libro:

La Nube sobre el Santuario
Karl von Eckartshausen (Ediciones Obelisco)
ISBN: 8497771362. ISBN-13: 9788497771368
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